viernes, 16 de noviembre de 2012

Con Ardiente Inquietud




Con Ardiente Inquietud

La nueva obra de A. Gil-Terron Puchades
enlace para consultas de la estructura de la obra, índice y descargas: 











A la memoria de Czeslawa Kwoka

Czeslawa Kwoka, niña católica polaca, ejecutada en Auschwitz-Birkenau
el 12 de marzo de 1943, a los años 14 años de edad.

La fotografía fue tomada por Wilhelm Brasse, más conocido como “el fotógrafo de Auschwitz”. Cuando Brasse fue entrevistado por el periodista de la BBC, Fergal Keane, a mediados de la década del 2000, el retratista oficial del campo de exterminio le contó lo que recordaba del momento en el que realizó las tres fotografías de Czeslawa: "Ella era tan joven y estaba tan aterrorizada… la niña no comprendía por qué estaba allí,  no pudiendo  entender que era lo que se esperaba de ella; en aquel momento una “kapo” alemana (guardiana) le golpeo con un bastón en la cara. La niña gritó de dolor. Antes de que la fotografía fuese tomada, la chica se secó las lágrimas y se limpió la sangre que le brotaba del corte en el labio inferior; entonces miro fijamente al objetivo de la cámara”. La niña católica había ingresado junto a su madre, en Auschwitz, días antes de la Navidad de 1942; su calvario a partir de ese momento duró tres meses. El 12 de marzo 1943 su inocente alma se elevó a los cielos, mezclada con el negro humo de la chimenea del crematorio de cadáveres. Mientras su martirizado cuerpo, convertido en cenizas, volaba por los campos de Oświęcim, mezclándose con las primeras flores de una primavera que despertaba.


Introducción

“El siglo de las sombras”
CONTEXTO HISTÓRICO DE “CON ARDIENTE INQUIETUD”

Tras la Iª Guerra Mundial la economía de los países del mundo occidental vivieron unos momentos de bienestar y optimismo sin precedentes, que han pasado a la Historia con el sobrenombre de “Los felices años 20”. La reactivación industrial, iniciada en Estados Unidos en 1922 y en Europa en 1924, abrieron las puertas a una etapa de crecimiento y desarrollo internacional que propició un clima de euforia y fe ciega en el sistema capitalista liberal americano, convirtiéndose los EEUU en el referente a imitar.

El estilo de vida americano, el "American way of life", se puso de moda y fue exportado a todo el mundo civilizado. El consumismo, impulsado por la publicidad y sostenido por un crédito fácil y las ventas a plazos, provocó una generación de nuevos ricos, en la que todo el mundo vivía por encima de sus posibilidades. La radio y el cine incitaban directamente - cuando no, subliminalmente – a la adquisición desmadrada de automóviles, electrodomésticos de nueva generación, y vestimentas “chic” en las que importaba más el diseño y la marca que la practicidad.  El mensaje de que la felicidad tan sólo se podía alcanzar mediante la posesión y disfrute de bienes materiales, había calado hondo en todos los estratos sociales.


El sueño americano provocó que una oleada de inmigrantes italianos, alemanes, polacos, y chinos, viesen en EEUU la tierra prometida que iba a poner fin a las penurias que sufrían en sus países de origen. Los recién llegados en busca de oportunidades, sobrevivían hacinados en los barrios de las grandes ciudades, formando auténticos “ghettos” monoculturales, en los que la pobreza y delincuencia mataban a diario las ilusiones y las esperanzas de aquellos que habían creído en el "American way of life". En esos barrios, tales como “Little Italy”, o Chinatown, en Manhattan, nacerían las primeras mafias que aún hoy perviven en EEUU. Los barrios del distrito de Queens, en Nueva York, duplicaron su población durante el período comprendido entre 1920 y 1930, debido fundamentalmente a la fuerte inmigración europea.

Estos inmigrantes, americanos de nueva cuño, habían traído de sus lugares de origen la cultura de sus ancestros, como parte del equipaje. Así, un torrente nuevo de razas, lenguas, creencias religiosas, costumbres, folklore, gastronomía, chocaron brutalmente con el modelo preestablecido como políticamente correcto: “blanco, anglosajón, nacido en EEUU, y de religión protestante” ["WASP"]. 

Desde la mentalidad puritana de los descendientes de aquellos peregrinos del Mayflower, que trescientos años antes habían desembarcado en las costas de Nueva Inglaterra, se difundió la opinión de que el país estaba siendo corrompido por ideas y modos de vida extraños, al tiempo que se identificaba a los inmigrantes, con el lado oscuro de la sociedad estadounidense: consumo de alcohol, juego, prostitución, y gansterismo. Estos prejuicios moralistas, no tardaron en desembocar en la promulgación de una batería de leyes de marcado carácter racista y xenófobo, tales como las promulgadas en 1921, que prohibieron la entrada a EEUU de personas de origen asiático, restringiendo y limitando asimismo, la admisión de europeos, especialmente de eslavos y latinos. 

EEUU años 30

Por otro lado, y también en los años 20, el renacido “Ku Klux Klan”, que proclamaba la superioridad y supremacía de la raza blanca sobre todas las demás, vive una era de esplendor, llegando a tener - entre sus filas- cerca de cinco millones de miembros. Recordemos que entre los postulados del “Klan” estaban: la homofobia, el antisemitismo, el racismo, el anticomunismo, y el anticatolicismo. El Ku Klux Klan pregonaba que las desgracias morales que afligían a la sociedad estadounidense, eran un castigo divino por la presencia de hijos de la "Gran Ramera de Babilonia" [la Iglesia Católica] entre el pueblo escogido que era el compuesto por los protestantes anglosajones de raza blanca. 

En 1929 la Bolsa de Nueva York se hunde, dando al traste con la era dorada de los años 20. Fue el comienzo de los convulsos años 30, caracterizados por la depresión económica, la delincuencia, el paro y el hambre. Es ese momento cuando nacen y toman fuerza en Europa los idearios fascistas y nazis, que surgen como respuesta al desencanto de las masas hacia el sistema capitalista liberal, y el comunismo. Esa tercera vía, anticapitalista y anticomunista al mismo tiempo, tiene un nuevo discurso populista, a la vez que revolucionario, que aderezado con una estética propia, penetra en todos los estratos sociales, dando al fascismo emergente un crecimiento exponencial, por encima de cualquier previsión.

Hemos visto el porqué del desencanto y desconfianza de los ciudadanos hacía el sistema capitalista occidental, ahora bien, para poder entender el por qué el fascismo y el nacionalsocialismo son – además de anticapitalistas – antimarxistas, es necesario conocer los sucesos que acontecen, unos años antes, durante la revolución bolchevique rusa, y cuyos resultados hasta ese momento no eran precisamente muy positivos, al estar “el paraíso del proletariado” inmerso en una hambruna generalizada, amén de estar subyugado por una férrea dictadura basada en el terror y las purgas.


Los bolcheviques toman el poder por la fuerza en octubre de 1917, y a partir de ahí comienzan su programa marxista de expropiación y colectivización de la tierras, sin pagar un rublo a sus legítimos dueños. Los campesinos, que suponían el 82% de la población soviética, fueron obligados a entregar sus medios de producción y subsistencia a la colectivización marxista. A partir de ese momento los diferentes programas estratégicos de producción agrícola fueron fijados por los comisarios políticos del régimen comunista, los cuales contaban para su cometido con la colaboración de brigadas de activistas bolcheviques, provenientes de los centros industriales de las grandes ciudades. Estos revolucionarios de asfalto y barricada, entendían tanto de agricultura como los comisarios políticos; o sea, nada.


Los frutos del brillante programa agrario bolchevique no se hacen de esperar y así en la primavera de 1921 el pueblo ruso sufre una hambruna que duraría un año, y en el que murieron - según el historiador François Furet - cinco millones de personas; unas por el hambre y otras, víctimas del canibalismo. 


Posteriormente, y una vez asentado y perfeccionado el programa agrario marxista, la situación cambia… a peor. En el año 1933 llega otra hambruna que deja en mantillas a la primera. Según la Enciclopedia Británica en este período murieron de hambre entre seis y ocho millones de rusos, la mayoría de ellos ucranianos. El historiador británico Robert Conquest puntualiza en su libro “The harvest of sorrow” [“La cosecha del dolor”], que por lo menos unos siete millones de campesinos habían muerto en el período entre 1932 y 1933.


Para el período comprendido entre 1930 y 1937, Robert Conquest calculó el número de campesinos muertos por hambre en once millones, más tres millones y medio de fallecidos, por la misma causa, en los campos de trabajos forzados y exterminio existentes en Siberia. En total, catorce millones y medio de personas que pasaron a mejor vida sin haber entendido las bondades del sistema comunista. Quedan incluidos en dicha cifra todos aquellos que acabaron sus días troceados en la despensa de su hambriento vecino. 


Pues bien, al igual como con el nazismo y sus atrocidades en el Holocausto, ha habido gente que ha salido negando la mayor – son los llamados negacionistas -, en el caso de las hambrunas en la Rusia comunista, también hay quienes las minimizan y hasta - algunos - que las niegan. Hay incluso algunos que afirman – unilateralmente - que las hambrunas sucedieron en EEUU durante la “Gran depresión” y que hubo cinco millones de muertos. Obviamente estamos hablando de “investigadores rusos” de reconocido prestigio… en los blogs y foros comunistas y antisistema que retoñan por Internet.

A Estados Unidos, el país pionero en la declaración y defensa de los derechos civiles, se le podrá criticar muchas cosas, pero lo que está claro es que – históricamente – ha sido y sigue siendo el país número uno del mundo en libertad de prensa y opinión. Por lo tanto, quién afirme que en EEUU murieron de hambre millones de personas durante la “Gran Depresión”, y que el gobierno estadounidense fue capaz de ocultarlo a la opinión pública, no sólo está mintiendo, sino que además demuestra una incultura total en historia, política y sociología, al confundir los gobiernos democráticos de EEUU que cada cuatro años pasan por la revalida de las urnas, con la dictadura comunista que durante setenta y dos años amordazó - cuando no, ejecutó – a cualquiera que se atreviese a decir “esta boca es mía”; y en donde los grupos de la oposición tenían su despacho parlamentario entre las alambradas de los campos de exterminio de Siberia. 

El gobierno de turno de EEUU no fue capaz de ocultar a los medios de comunicación los “exámenes orales” a los que sometía el presidente Bill Clinton a una becaria de la Casa Blanca, y eso que hablamos de un acto realizado en la intimidad, por dos personas, y sin testigos. Repito, no fue capaz el gobierno de ocultarlo ni silenciarlo, con lo que el asunto fue conocido al detalle y comentado, no sólo en EEUU, sino en el mundo entero. ¿Cómo se puede entonces, en ese mismo país, ocultar la muerte por hambre, de millones de personas? A lo mejor es que los neoestalinistas piensan que en occidente todos somos idiotas.

Con la caída y asesinato del autocrático zar Nicolás II y su familia, a manos de los bolcheviques, desaparece el último baluarte absolutista del Antiguo Régimen; pero lo que en principio prometía ser la incorporación de Rusia al mundo de las democracias parlamentarias occidentales, pronto se convierte en un golpe de estado que echa por los suelos las legítimas ansias de libertad de sufrido pueblo ruso.


La revolución de los soviets, pasa rápidamente a ser la dictadura de los bolcheviques. Los nuevos amos conservan y potencian las lacras del zarismo: el encarcelamiento - o asesinato - de todo aquel que discrepe con el poder establecido; y el imperialismo montaraz que pisotea las señas de identidad de las diferentes nacionalidades subyugadas bajo la marca del Imperio Ruso.
Como el negocio les va bien, los bolcheviques rápidamente abren sucursales en los diferentes países europeos, aprovechándose de la tolerancia liberal existente en una Europa en donde el parlamentarismo civilizado era el sistema de gobierno establecido, y en la que el poder lo tenía el que más votos conseguía en las urnas.
Pues bien, en los diferentes países en donde los bolcheviques aterrizan, y empiezan a hacer “sus pinitos” demagógicos, surgen - como reacción natural frente a éstos - los primeros partidos y movimientos fascistas, como posicionamiento natural de los ciudadanos frente a lo que éstos consideran como una seria amenaza a las libertades que tanto esfuerzo y sufrimiento les había costado conseguir. 
Si los bolcheviques pretendían la internacionalización imperialista de su revolución, los fascistas ensalzan los valores patrios y diferenciadores de sus respectivas nacionalidades, postulando la utilización de la violencia en defensa de sus señas de identidad, así como de los valores occidentales. 
En Rusia la minoría radical bolchevique había barrido, utilizando para ello la violencia de las armas, a la mayoría socialista en el poder. Los miembros del gobierno provisional nacido democráticamente de la Asamblea Constituyente, fueron encarcelados. Así pues no es de extrañar que los nuevos partidos fascistas en Europa, nutran inicialmente sus filas de miembros de los diferentes partidos socialistas, desencantados por los acontecimientos sucedidos en Rusia; éste es el caso de las Secciones de Asalto [“SA”] del NSDAP, cuyos primeros miembros procedían de la izquierda socialista alemana.

Secciones de Asalto [“SA”] del NSDAP alemán

En este orden de cosas sería bueno recordar que el propio Benito Mussolini, pionero y padre espiritual del fascismo, procedía del Partido Socialista Italiano, y que el nacionalsocialismo alemán surge como un movimiento peculiar dentro de las corrientes socialistas imperantes en la Alemania de los años veinte.
Por otro lado, creo que es importante señalar que el “antisemitismo” que dio lugar al Holocausto, no surge del fascismo, sino del nacionalsocialismo alemán. De hecho, sabemos que en los primeros partidos fascistas había militantes judíos entre sus miembros. Veamos:

  • De los 119 italianos que en 1919 fundan el Partido Fascista Italiano, cinco eran judíos. 
  • En 1919 y 1922 los fascistas judíos italianos Duilio Sinigaglia, Gino Bolaffi, y Bruno Mondolfo, murieron en diferentes enfrentamientos armados con miembros del Partido Socialista Italiano. El fascio italiano les honró con el título de “martiri fascisti israeliti”.
  • En la famosa marcha de los camisas negras de Mussolini, sobre Roma, participaron 230 judíos. 
  • El aviador judío italiano Aldo Finzi, que participó en la conquista de Fiume, junto al poeta Gabriele D’Annunzio (1863-1938), fue miembro del Gran Consejo Fascista.
  • Entre 1934 y 1938 se publicó en Italia el periódico fascista “La Nostra Bandiera”, siendo su director Ettore Ovazza, un judío fascista de Turín que había participado, en la “Marcha sobre Roma”.
  • El partido fascista holandés, el NSB, fundado en Utrecht en 1931, contó entre sus miembros iniciales con holandeses judíos.

Así pues podemos afirmar que el origen del antisemitismo es de origen nacionalsocialista y no fascista, quedando circunspecto al área alemana y sus zonas de influencia. Conforme la Alemania nazi amplió su ámbito geográfico, durante la II Guerra Mundial, fue imponiendo sus doctrinas racistas en los países ocupados, así como en los asociados como fue el caso del gobierno francés de Vichy liderado por el mariscal Pètain; el de Anton Mussert en Holanda [NSB]; el de Léon Degrelle en Bélgica [Partido Rexista]; el de Ante Pavelić en Croacia [Ustaši]; el de Ferenc Szálasi en Hungría [Partido de la Cruz Flechada]; el de Corneliu Codreanu en Rumania [Guardia de Hierro]; el de Vidkun Quisling en Noruega [Nasjonal Samling]; el del general Ioannis Metaxas [Tercera Civilización Helénica], y Georgios Tsolakoglou en Grecia; el de Vihtori Kosola en Finlandia [Movimiento Patriótico del Pueblo,” IKL”]; el de Gustav Celmins en Letonia [Cruz de Trueno].

El término antisemitismo fue acuñado por primera vez en 1879 por el escritor alemán Wilhelm Marr en su libro “Zwanglose Antisemitische Hefte”. El también alemán Wilhelm Scherer empleó, ese mismo año, dicho término en el primer panfleto antisemita de la Edad Contemporánea; en él propugnaba – abiertamente - la acción violenta contra los judíos. 

Estos principios son posteriormente recogidos, e incorporados a su doctrina, por los fundadores del alemán NSDAP. Es de destacar que el nuevo antisemitismo que surge en Alemania en el siglo XIX, carece ya de las connotaciones religiosas de antaño, y se centra – exclusivamente - en el tema racial. Este cambio de enfoque es el que acabará degenerando en la tristemente llamada “Solución Final”. Si el problema hubiese sido de carácter religioso la solución habría ido por el falso camino de la catequesis reeducativa forzosa; sin embargo al constituir “la raza”, el meollo del problema, las posibles soluciones al mismo se redujeron siniestramente.

Por otro lado, no pensemos que la existencia de los movimientos fascistas estuvo circunscrita al área de influencia germana. Recordemos, por ejemplo, la existencia de la “Unión Británica de Fascistas”, fundada en 1932 por sir Oswald Mosley. 

Sir Oswald Mosley, fundador de la “Unión Británica de Fascistas”

En Irlanda el movimiento fascista está encarnado en los “Blueshirts” [camisas azules] del general Eoin O'Duffy. Este líder fascista católico irlandés participó en la “Conferencia Fascista Internacional de 1934”, celebrada en la localidad suiza de Montreux, en donde denunció y criticó las doctrinas antisemitas alemanas. 

“Blueshirts” [camisas azules] del general Eoin O'Duffy

En Canadá, el “Partido Nacional Socialista Cristiano”, fundado por Adrien Arcand en 1934, a imagen y semejanza del NSDAP alemán, se declaraba – abiertamente - como anticomunista y antisemita. Arcand había formado, dentro de su partido, un grupo paramilitar - al estilo de las “SA” nazis - denominado “Blueshirts”, cuya misión era la de enfrentarse en las ciudades a los grupos radicales de izquierda, así como “limpiar” las calles de inmigrantes pertenecientes a etnias diferentes al modelo ario. 


Adrien Arcand

En EEUU, en la década de los años 30, surgieron la “Silver Legion” de William Dudley Pelley, y el “German American Bund” de Fritz Kuhn, ambas formaciones políticas inspiradas en el NSDAP alemán, y - consiguientemente – antisemita hasta los tuétanos. Por su parte en Australia el movimiento fascista se agrupó bajo la marca “New Guard”.

 Desfile, el 30 de octubre de 1930,  del “German American Bund” de Fritz Kuhn, por una avenida de Nueva York

El racismo es una característica intrínseca al nacionalsocialismo, el cual predica la superioridad de la raza aria sobre todas las demás. El fascismo no es racista en sí mismo, sin embargo sí que posee connotaciones claramente xenófobas. La xenofobia se basa en prejuicios históricos, lingüísticos, religiosos, culturales, y - por supuesto – territoriales.
Podemos afirmar pues que, salvo excepciones, el elemento común denominador de los movimientos fascistas y nazis, en los años 20 y 30, es el anticomunismo, y no el antisemitismo.
El comunismo, con la revolución bolchevique, se había impuesto mediante la utilización de la violencia física, la fuerza de las armas, y el terror. Esta misma violencia marcaría el estilo de los fascismos emergentes en Europa, que nacieron como reacción frente al comunismo y sus métodos de lucha. 
Acción, reacción. La violencia siempre genera violencia, y aquí – tanto fascistas como nacionalsocialistas – no pusieron la otra mejilla, sino que respondieron a los comunistas con toda contundencia y sin el menor atisbo de timidez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario