TESOROS OCULTOS
Claustro gótico y capillas del acuartelamiento de Capitanía
En mayo de 1842, el Real Convento de Predicadores, o de Santo Domingo, se convirtió en la Capitanía General de Valencia. Actualmente, Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad, lo que convierte este complejo, declarado en 1931 Monumento Histórico Artístico Nacional, en una de las bases de operaciones militares más modernas de España. Mientras en los ordenadores se pueden planificar complejos traslados de tropas, los militares pisan el mismo suelo que un día el mismo Rey Jaime I decidió convertir en epicentro de la predicación y conversión de los valencianos al cristianismo una vez conquistada la ciudad. Santo Domingo es una especie de olla a presión histórica, un testigo de grandes acontecimientos, y también una joya arquitectónica fuera de las rutas turísticas más típicas. Es visitable si se pide permiso. Hay dos personas designadas para explicar las interioridades del convento, si bien siempre se les queda algo por contar, porque Santo Domingo tiene de todo. En la parroquia castrense está la capilla de los reyes. En la iglesia se oficia misa a diario bajo una excepcional cúpula neoclásica construida sobre capillas góticas. Los frescos de Vergara sobre San Vicente son impresionantes. En la capilla real luce un retablo del siglo XV, y preside la sala el sepulcro de los Zenete, de imponente mármol alabastrino. La cubierta de la capilla es una virguería arquitectónica en la que colaboró Pere Comte. La presencia allí de Comte, tan cerca de la espléndida sala capitular, anexa al claustro gótico, explica el parecido de la capitular, construida en el siglo XIV, con la gran obra de Comte, la Lonja de Valencia, el símbolo del Siglo de Oro valenciano, edificada más de cien años después que la capitular, donde mora el doble sepulcro de los Boil, la familia noble que pagó el aula capitular. Ese sepulcro estuvo dividido durante años entre el Museo Arqueológico Nacional y el San Pío V. Sin embargo, el General Urrutia (quien da nombre a una avenida) decidió hace 60 años «devolverle su primitiva dignidad», según reza en un busto situado en el claustro gótico, quizá el mejor de Valencia, con un jardín al que no le falta ni el brocal de pozo en el centro, las capillas y altares en sus naves, y una serie de arcos de gótico flamígero de aspecto imperial.
El edificio está conservado en un estado excepcional, y eso que, según comenta Rosario, una de las guías, «las columnas del aula capitular, tan esbeltas y estrechas, no se permitirían construir en la actualidad, por considerarse demasiado delgadas, aunque ya llevan en pie 700 años». Y lo que les queda.
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