EL LADO OSCURO DE LOS 140 CARACTERES
Desde
hace algunos días ya
es posible reportar cualquier tuit. O lo que es
lo mismo, hacer saber a Twitter que contiene un mensaje punible según sus reglas de uso para que lo elimine. La plataforma decidió actualizar
esas normas y habilitar esa opción tras la ola de amenazas contra mujeres periodistas, y también hacia la activista que consiguió que el Banco de Inglaterra incluyera a
partir de 2017 a Jane Austen en los billetes de 10 libras. "Todo se reduce
a esto: la gente merece sentirse segura en Twitter", decía sobre ello una entrada del blog
de la compañía firmada por el director de Seguridad y el director general de la
empresa en Reino Unido.
La polémica que se desató allí en torno a la necesidad de
regular mejor lo que se vierte en ella ha colocado momentáneamente a Twitter en
el centro de un debate inherente a la web social: las conductas indeseadas de
los usuarios que le dan contenido y la forma de evitarlas. No es una cuestión
fácil, sobre todo teniendo en cuenta las magnitudes actuales (y crecientes) de
Twitter:más de 200 millones de usuarios
activos, aunque no todos tuitean (su consejero
delegado aspira a llegar a los 400 en poco tiempo) y más de 400 millones de tuits diarios.
Solo mediante la mezcla de metamoderación (la
participación activa de los usuarios en la detección y aviso de publicaciones
que puedan resultar punibles) y procesos
automáticos se puede intentar abarcar la difícil
tarea de mantener cierto orden en la conversación global que promueve Twitter,
tal y como sostiene el profesor Enrique Dans sobre participación y moderación genérica en
internet.
Desde la empresa no han especificado a El Confidencial cuál
es el proceso que siguen los tuits reportados ni qué recursos dedica a su
evaluación. Twitter normalmente suspende cuentas de forma automatizada en
relación con factores como número de veces que una cuenta es marcada como spam,
y las personas solo entran en juego realmente cuando corresponde revisar una
posible reclamación realizada al respecto por su propietario para levantar la
suspensión. Con más de 1.000 empleados y un
gasto aproximado de 400 millones anuales solo en servidores, la gestión escalable de incidencias es clave para la
empresa que ha democratizado la conversación global como concepto en internet.
Cifuentes, la tendencia indeseada
En España, donde Twitter ha estrenado oficina este año, los
episodios conflictivos en la plataforma también son relativamente frecuentes.
La última polémica al respecto la hemos vivido con el accidente de moto de la
delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid, debido a los posteriores tuits de algunos usuarios alegrándose o mofándose, o bien
deseándole la muerte a Cristina
Cifuentes.
Durante esas horas otros usuarios lamentaron que Twitter
permita la publicación de esta clase de comentarios, aunque en la mayoría de
los casos no hubiera ofensa punible, sino libertad de expresión usada de forma
cuestionable. Paul Mason, columnista de The Guardian, reclamaba hace algunos días acciones coordinadas de los usuarios para mantener la
plataforma a salvo de otros que se exceden precisamente amparándose en esa
libertad de expresión: "La solución tiene que ser radical y
colectiva".
Ante la pregunta sobre la crueldad de determinados
comentarios en Twitter, el psicólogo clínico Juan Cruz habla de
"gratificación inmediata". Es decir,publicaciones
realizadas al calor del momento sin
tomar un mínimo de distancia respecto a la emoción causada por el estímulo
correspondiente, influidas por la distancia emocional que se deriva de no tener
contacto real con otras personas y la ausencia de empatía que eso provoca.
"El otro se convierte en una cuenta, en un número", explica Cruz.
Los cuarteles tuiteros de las Fuerzas de Seguridad del Estado
Para casos de amenazas creíbles, Twitter aconseja contactar
directamente con la policía. En el caso de España, tanto la Guardia Civil como la Policía
Nacionalmantienen desde hace tiempo 'oficinas' abiertas
en la plataforma para dar consejos y atender denuncias. De ellas, la más
notable es @policia, a la que tuiteros célebres como Eva Hache han
recurrido de forma pública para indicar que estaban siendo amenazados. La impunidad aparente que
ofrece el anonimato en Twitter termina en muchos casos en cuanto la denuncia es
tramitada por el cuerpo correspondiente.
En 2012 la Policía detuvo a 750 personas por delitos de naturaleza virtual, y entre ellos
había casos de acoso o amenazas a través de Twitter. Algunos personajes
públicos, como la propia Cristina Cifuentes, reciben de forma habitual insultos
en esta plataforma. Y la delegada del Gobierno los retuitea con frecuencia poniendo en copia al perfil de la Policía Nacional, por si fueran susceptibles de respuesta por su parte.
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