"REGLA NÚMERO UNO: VENERA A TU MARIDO"
¿Tanto hemos cambiado? Cómo debía ser una buena esposa hace 60 años (y ahora)
Marta Jiménez Serrano
A lo largo de los años se han escrito muchos y variados ensayos, libros y demás obras con que calzar mesas acerca de cuál debe ser el comportamiento correcto de la esposa ideal. Habría, pues, que exponer los consejos y recomendaciones de los años cincuenta, compararlos con los de ahora y hacer alguna broma jocosa, aunque neutral, sobre el paso de los años y la modernización de los tiempos.
No obstante, antes de nada hay que señalar que no hay manual del buen marido. Apenas un par de estudios, muy recientes, muy poco fiables, y algún artículo que suele ser una respuesta a la guía para la esposa perfecta. Ahora que la cuestión de género exige una aburridísima y constante corrección política, cada vez que en algún blog o artículo se habla de los manuales de la esposa perfecta, enseguida se publica la contra: “¿Y cómo sería el del buen esposo?”. Las pautas para el buen marido no provienen de fuentes contrastadas, sino que son una serie de enumeraciones improvisadas, a menudo tan machistas como las de la buena esposa. Si echamos un vistazo por internet comprobaremos que en estas listas que ayudarán a los maridos a ser mejores se les insta a no salpicar en el inodoro o a irse de rebajas con su novia (porque todas las chicas del universo aman las rebajas, recuérdenlo).
¿Y hay fuentes contrastadas para elaborar las pautas que debe seguir la buena esposa?, se preguntará el lector sagaz. Desde el libro deEdward Podolsky publicado en 1943, How to be a good wife, hasta la escuela creada por Sarah J. Symonds, llamada Wife School, los centros, libros y textos que han tenido la gentileza de indicar a la mujer cómo comportarse con su marido son innumerables.
Dicho esto, el artículo puede comenzar, ya saben, al uso: los consejos para ser la esposa ideal en los cincuenta, los consejos de hoy en día y la necesaria comparación. Prepárense para escandalizarse.
Consejos para conservar a tu marido, en los años 50
1. No hables
Básicamente, y según el libro de Podolsky, tu marido llega terriblemente cansado de trabajar y no debes molestarle con tus insignificantes problemas. Mantener una casa no cuesta ningún trabajo, como bien sabes, así que sólo debes escucharle, y dejarle que se relaje antes de la cena. “Recuerda que tu labor más importante es mantener su ego”, dice el texto, que no es el único.
En el libro Sex satisfaction and happy marriage el reverendo Alfred Henry Tyrer afirma que lo peor que puede ser una mujer es insistente, y que muchos matrimonios se rompen por ello. No obstante, si tu marido quiere que hables, hazlo: básicamente, haz lo que él quiera, así nunca te dejará. Sencillo, ¿no?
2. Cocina bien
Son dos los motivos principales por los que tu comida debe ser excelente. El primero nos lo aporta el reverendo Tyrer, que apunta que tu mala cocina conducirá a tu marido a restaurantes sórdidos. Es pura lógica. Por su parte, el doctor William Josephus Robinson confirma que “la mala cocina causa dispepsia, la dispepsia es responsable del mal humor y la irritabilidad, lo que conduce a riñas y disputas”. En definitiva, si no quieres que tu marido sea un alcohólico sifilítico, más vale que sepas hacer un buen filete en su punto. Además, Tyrer nos ilustra con una metáfora inestimable: aquello que es aplicable para el filete lo es para ti, pues tú también debes estar en tu punto, bien dispuesta y arreglada –como la mesa de la cena– cuando el marido lo requiera. De lo contrario, se irá a calmar su ansia a los citados “restaurantes sórdidos”.
3. No seas una vampiresa sexual. Pero no seas una frígida
Lo que tú seas realmente, como ves, da igual. Hablar las cosas, acudir a terapia o plantear los puntos comunes o de digresión, todas ellas son estrategias que carecen de sentido. Básicamente, tiene que parecer que disfrutas. Así lo dice Robinson: da igual que, efectivamente, disfrutes o no, simplemente tiene que parecerlo. El matrimonio será, entonces, pan comido.
4. Debes llevar pantis rosas
La ropa interior: limpia, la más cara que puedas permitirte, y rosa. No se puede negar que todos estos consejos hacen la vida de la mujer mucho más sencilla, no hay que pensar ni el color de las braguitas.
5. Perdona sus escarceos
Son normales, superficiales y, sobre todo, no implican que haya dejado de quererte. De manera que si tu maridín tiene un affaire, debes olvidar y perdonar. O, en palabras de Robinson, mejor todavía: ignorarlo y hacer como si nunca hubiera existido, como si jamás te hubieras enterado.
6. Tu marido es tu jefe
En su Searchlights on Health, The Science of Eugenics, el profesor B. G. Jefferis escribe: “Regla número uno: venera a tu marido. Él tiene, por orden de Dios, una posición de dignidad como cabeza de familia, cabeza de la mujer”.
Habría que recordarle al señor Jefferis aquel diálogo de la película Mi gran boda griega, en que la madre de la protagonista le decía: “El hombre es la cabeza, pero la mujer es el cuello. Y el cuello puede girar la cabeza en la dirección que quiera”.
Cómo conservar a tu marido, en la actualidad
Los más célebres consejos para triunfar como esposa hoy en día los ha dado Sarah J. Symonds, autora del famoso libro Having an affair?. La británica comenzó con esta guía para amantes de hombres casados. De hecho, es consejera sobre asuntos de infidelidad y la fundadora de Mistresses Anonymous ("Amantes Anónimas"). Aunque nunca ha contraído matrimonio, considera que, al haber sido la amante de muchos hombres casados comprende muy bien lo que estos necesitan. De ahí que haya decido fundar la Wife School, una escuela para las esposas, donde ayuda a “prevenir la infidelidad de los maridos”.
Enseguida se expondrán los valiosos consejos de Symonds. Pero antes, no obstante, una pequeña apreciación: estamos hablando, en 2013, deconservar al marido (¿en formol?) o de “prevenir su infidelidad” (¿no es eso, acaso, competencia suya o –al menos– de ambos?). Este batiburrillo de ideas recuerda a una famosa viñeta de la humorista Maitena en que una mujer aparece muy agobiada porque es tarde y su marido no ha llegado a casa. Finalmente, pegada al teléfono, la mujer descubre que ha tenido un accidente de coche, y afirma algo así como: “¡Menos mal! ¡Y yo que pensaba que estaba con otra!”.
La filosofía de la escuela para mujeres de Symonds es la siguiente: “Sé la amante de tu marido”. La británica insta a pensar como la amante, no como la esposa, con el fin de salvar a las mujeres “de las tres haches”, a saber: angustia, desamor y, la peor de todas, humillación (En inglés: “heartache, heartbreak and, most seriously of all, humiliation”, todas empiezan por hache).
Entre los consejos que ofrece Symonds, hay algunos especialmente sorprendentes, teniendo en cuenta que tienen lugar en el siglo XXI:
1. Sigue siendo guapa
No debes coger peso después de irte a vivir con él, y debes siempre vestirte bien. Además, Symonds añade que debes ser sexy, por lo que, si te gusta llevar chándal, debes cambiarte ante de que él llegue a casa después del trabajo. La depilación, por supuesto, es obligatoria, constante y fundamental.
2. Tened intimidad a diario
Esta idea de que el hombre siempre quiere sexo y la mujer tiene que plegarse a sus necesidades parece mantenerse. Según Symonds, hay que establecer contacto sexual a diario, aunque no te apetezca, ya que si tú no te acuestas con tu marido, él terminará acostándose con otras.
3. Acaricia su ego, y lo que no es su ego
Recuerda que un hombre quiere sentirse hombre, y he aquí una de las paradojas del sentir moderno: el hombre, para sentirse hombre, necesita una mujer; ésta, sin embargo, ha conseguido abanderar la autonomía y la independencia como valores fundamentales de la mujer moderna (aunque este no es, evidentemente, el estereotipo de Symonds). Tu marido debe saber que lo necesitas y lo aprecias, en todos los sentidos: tócale, respétale como machote, sé táctil con él.
4. Crea ambiente
El ambiente, cuando él llega a casa, debe ser el adecuado (todas estas pautas suponen que él llega al hogar indiscutiblemente después que ella, que trabaja menos o nada). La luz debe ser tenue y debe haber velas perfumadas (¿seguro que no son estos consejos adolescentes para afrontar una tímida primera vez?). La casa no debe estar desordenada y debes esconder los juguetes de los niños (quienes, por cierto, son también cosa tuya).
Además de estas recomendaciones, Symonds mantiene consejos como el de “cocinar bien” o escuchar sus problemas ante todo, porque son mucho más importantes que los tuyos. Pero tal vez lo más irrisorio de sus pautas es que la última de ellas te insta a “mantener tu propia identidad”, tener tu propia vida e intereses, ser fuerte e independiente: él no quiere una asistenta. Resulta, en efecto, de lo más contradictorio, si tenemos en cuenta las recomendaciones anteriores, tan parecidas a las que se les daban a las mujeres de los años cincuenta. ¡Si las sufragistas levantaran la cabeza…!
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