ARTE | II Guerra Mundial
Rescoldos de la 'Operación Gomorra'
A las 9:51 p.m. del 13 de febrero de 1945 sonaron las alarmas de la ciudad alemana de Dresde. La guerra había terminado, la artillería antiaérea había sido trasladada al frente ruso y los habitantes de la bella ciudad, a orillas del Elba suspiraban aliviados, especulando incluso con convertirse en la capital de la Alemania de posguerra, puesto que el resto de ciudades que pudiesen aspirar a esa categoría habían quedado totalmente destruidas.
Unos minutos después, esas esperanzas explotaron violentamente en medio del tronar de las bombas que caían del cielo. Cuando amaneció el día siguiente, 796 aviones de la RAF y 311 aviones norteamericanos habían soltado más de 4.500 toneladas de explosivos y artefactos incendiarios sobre el centro de Dresde. Al menos 25.000 habitantes, posiblemente muchos más, habían muerto bajo las ruinas y 15 kilómetros cuadrados del centro histórico habían quedado convertidos en un solar de escombros.
Este fue uno de los más dolorosos bombardeos sufridos por Alemania en la II Guerra Mundial. El país trata ahora de recuperar la memoria de estos ataques aéreos en una exposición que muestra en Hamburgo las diferentes visiones históricas de los bombardeos y que parte precisamente del que devastó la ciudad de Hamburgo durante el verano de 1943, denominado 'Operación Gomorra' y en el que perecieron 34.000 personas.
Los pilotos aliados se orientaron por la torre más alta de la ciudad, latorre de San Nicolás, y exactamente en ese punto se encuentra el museo, un viaje que comienza en una cripta sin luz y que sumerge al visitante en los horrores de la guerra.
A través de la reconstrucción de los hechos es posible viajar mentalmente al pasado, escuchar las bombas cayendo y casi sentir el olor de los explosivos y los cadáveres quemados. Uno de los historiadores responsables del proyecto, Malte Thießen, subraya que el planteamiento de la muestra se basa en una perspectiva internacional.
"Tratamos de recuperar la memoria de lo que fue la guerra aérea, no hablando de víctimas y verdugos, sino de la técnica de la destrucción", explica. Primero las minas aéreas destrozaban los tejados. Después caían las bombas incendiarias, que ardían incluso en el agua. La tercera ola era la de los explosivos, destinados a evitar la intervención de los que ayudaban en las calles.
Thießen insiste en que "los alemanes recuerdan a sus víctimas de muy diversas maneras y desde diferentes puntos de vista y en la muestra hemos querido reflejar esa disparidad de criterios", en referencia al movimiento de historiadores que están revisando con criterio crítico lo que denominan "crímenes de guerra" de los bombardeos aliados.
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