La otra memoria histórica
Un altar para 35 valencianos asesinados
por su fe
Los fusilados en la Comunitat por su fe, fueron beatificados ayer en Tarragona
La beatificación más numerosa de la historia de la Iglesia se celebró ayer en Tarragona. 522 mártires de la persecución religiosa de la Guerra Civil, fueron elevados a los altares. De ellos 35, nacidos en distintas regiones españolas, sufrieron martirio en la Comunitat. Entre ellos hay algunos valencianos. Pero también hay hijos de la Comunitat que fueron asesinados en otras regiones de España entre los nombres que hoy se convertirán en beatos. En total son 29 los valencianos, 17 sufrieron martirio en tierras valencianas y 12 en otros lugares.
Hijas de la Caridad. Doce religiosas de varias regiones, asesinadas en la Comunitat
Hijas de la Caridad. Doce religiosas de varias regiones, asesinadas en la Comunitat
«A mi tía la apresaron junto a mi madre, que entonces estaba embarazada de mi. Se las llevaron en un camión». Es el relato de María del Carmen Cubells, sobrina de Sor Josefa Martínez Pérez, religiosa Hermana de la Caridad nacida en Alberic que sufrió martirio junto a once compañeras de su congregación.
La noche previa a su fusilamiento «la pasó en oración. Decía que a ella la mataran, pero a mi madre no porque tenía tres hijos y el que iba en camino, que era yo. Además, a mi padre ya le habían fusilado un mes antes». Finalmente a la madre de María del Carmen la dejaron marchar, pero a Josefina se la llevaron al «puente de los perros de Llosa de Ranes, donde la fusilaron».
Más tarde llegó la hora de identificar el cadáver. «Mi madre la identificó por el crucifijo y las medallas que llevaba». Ahora aquella cruz, señal de su fe que ayudó a localizar a Josefina «será venerada en Alberic. La teníamos guardada la familia, pero el cura nos ha pedido si la podemos llevar».
Muchos miembros de esa familia estarán hoy en Tarragona, como lo harán los de las familias de las otras 11 Hermanas de la Caridad que sufrieron martirio en la Comunitat Valenciana.
Así, las religiosas que hoy serán elevadas a los altares son Josefa Laborra Goyeneche, de la localidad Navarra de Sangüesa; Carmen Rodríguez Barazal, orensana de Cea; María del Pilar Nalda, gaditana de Algodonales; sor Estefanía Irisarri, de la localidad navarra de Peralta e Isidora Izquierdo García, de Burgos.
Todas ellas sufrieron martirio en el picadero de Paterna, junto a la seglar Dolores Broseta, que también será beatificada hoy.
La hermana Martina Vázquez, de Segovia, fue martirizada en Algar de Palancia. «Los milicianos que dispararon habían sido socorridos por ella en el Comedor de Caridad de Segorbe que ella misma había fundado», explica el Arzobispado. Victoria Arregui, de Vizcaya fue fusilada junto a Joaquina Rey, también de Vizcaya en la tapia del cementerio de Gilet.
María del Rosario Ciércoles, María Luisa Bermúdez y Micaela Hernán, de Zaragoza, La Coruña y Burgos, pasaron la noche lipiando su celda y por la mañana «las martirizaron moral y físicamente, debajo de un limonero cerca del cementerio de Benavites».
Religiosos capuchinos. «Sufrió un martirio cruel»
Religiosos capuchinos. «Sufrió un martirio cruel»
Tres religiosos capuchinos fueron asesinados en Crevillent, Arneva y Orihuela. A Fray Eloy de Orihuela «le martirizaron cruelmente abriéndole el vientre con un puñal», según explica el Arzobispado. En 1936 se refugió en casa de su hermano en Orihuela. Allí lo detuvieron para conducirlo a un barranco de Crevillent donde lo asesinaron. El hermano Juan Crisóstomo de Gata de Gorgos había dicho: «Si vienen por mi, me presentó». La noche de Navidad del 36 le apresaron y lo fusilaron en Arneva (Alicante). Fray Honorio de Oriuela murió fusilado en el paredón del cementerio de Elche.
Hermanos orionistas. «Murió con la cruz entre las manos»
Hermanos orionistas. «Murió con la cruz entre las manos»
Ricardo Gil, sacerdote aragonés, vivía en Valencia impulsando la labor de la Congregación de la Divina Providencia (Orionistas) tras un periodo de su vida en Filipinas, donde forjó una sólida cultura. En la ciudad, como relata su sobrina Francisca, acogía a personas necesitadas.
Una de las viviendas «se encontraba en la calle doctor Zamenhof». Allí vivía acogido Antonio Arrué, un joven que no tenía familia y que había descubierto la vocación orionista. En agosto de 1936 los dos fueron apresados en ese domicilio. «Mi tío estaba en casa y el joven en la panadería», relata Francisca. «Una niña que estaba en la calle advirtió a este de que se llevaban a mi tío y él corrió para ayudarle. Les cogieron a los dos». Al sacerdote le fusilaron en El Saler con el crucifijo en las manos y al postulante «le abrieron el cráneo con la culata de un fusil», relatan desde el Arzobispado.
Hermanos de San Juan de Dios. Los 11 hermanos que atendían el hospital de la Malvarrosa, fusilados en la Patacona
Hermanos de San Juan de Dios. Los 11 hermanos que atendían el hospital de la Malvarrosa, fusilados en la Patacona
«Para mi hace muchos años que ya es santo. Yo le rezo todos los días», afirma Josefina Gil, una mujer que hoy estará en Tarragona para seguir de cerca la ceremonia en la que beatificarán a su tío abuelo, el hermano Leandro Aloy, uno de los once miembros de la Orden de San Juan de Dios que sufrieron martirio en la playa de la Patacona. Concepción, hermana de Josefina, también asistirá a la celebración. Es otra sobrina nieta del hermano Leandro, una mujer que mientras su tío «estuvo enterrado en El Cabanyal siempre iba a visitarlo».
El hermano Leandro Aloy nació en Bétera. Le fusilaron junto a otros 10 religiosos que atendían el Hospital Infantil de la Malvarrosa. A él y al resto de compañeros de comunidad les apresaron la noche del 11 de agosto de 1936, cuando descansaban. «Fueron levantados de la cama y tras un interrogatorio les conminaron a subir a un automóvil para conducirles al lugar del sacrificio», según el relato que facilita el arzobispado.
Entre los hermanos de San Juan de Dios se encontraba otro religioso nacido en la Comunitat, José Miguel Peñarrocha. Había en la localidad castellonense de Forcall y fue mártir a los 28 años. Sufrió la misma muerte que sus compañeros.
Leoncio Rosell era el superior de la comunidad religiosa en Valencia. Había nacido en Barcelona y la noche en la que le llegó el martirio tenía 39 años. Como superior, relatan desde el arzobispado, ante la incertidumbre en la que vivían «en sus comunicaciones con los hermanos les animaba paternalmente».
Los demás miembros de San Juan de Dios que murieron fusilados aquel 11 de agosto fueron Cristóbal Pérez del Barrio, de Palencia. Cruz Ibáñez, de Sabiñán, en la provincia de Zaragoza. Este fraile, conforme a la información de la fuente, «ofreció alguna resistencia en el momento de ser asesinado pretendiendo arrebatar la pistola del que le disparaba. Por eso se saciaron luego disparando sobre él. Su cadáver fue profanado».
Jaime Óscar Valdés, de La Habana (Cuba); Leopoldo de Francisco Pío,murciano de Caravaca; Feliciano Martínez, de Taberno, en Almería; Juan José Orayen, de la localidad navarra de Osacar; Publio Fernández, de León y el hermano lego, Avelino Martínez de Arenzana, de Barcelona completaron la lista de lo mártires.
Hermanos Maristas. Martirizados en Valencia, Alzira y Albocàsser
Hermanos Maristas. Martirizados en Valencia, Alzira y Albocàsser
En la Comunitat, en 1936, sufrieron martirio seis Hermanos Maristas. Cuatro en Valencia; uno en Alzira y otro en Albocàsser. Los cuatro primeros regentaban la Academia Nebrija, que tal como relatan desde el Arzobispado, se encontraba en el paseo de la Alameda. Los responsables de ese centro educativo eran Luis Damián Sobraqués, de origen francés y director de la academia. El subdirector, José Ceferino Garet, nacido en la localidad barcolonesa de Centelles; el profesor Bernardo Pampliega, burgalés de Cañizar de los Ajos y Benedicto Galerón, de Villadiego, también en Burgos.
Los expulsaron de la academia. Les llevaron a la checa instalada en el colegio salesiano de la calle Sagunto y «fueron reconocidos por un sacerdote que logró salvarse».
Otro mártir marista fue Milán Llover, nacido en la localidad gerundense de Les Planes. Formaba parte de la comunidad religiosa del colegio San Juan Bautista de Dénia y dirigía el centro. «Cuando comenzó la persecución religiosa en 1936 tuvo que dejar Dénia trasladándose a Ondara», relata el Arzobispado. Se hacía pasar por viajante y en uno de sus desplazamientos «fue apresado en Tavernes de la Valldigna». Desde allí el 10 de agosto fue conducido en un coche a Alzira, donde recibió el martirio.
Benedicto Andrés, que había nacido en Villafranca del Cid, vivía en Barcelona en 1936 y ante la perscución religiosa decidió refugirase en su pueblo. Fue allí donde le fueron a buscar, «el 7 de diciembre se presentó en su domicilio un miembro del comité y amigo de la infancia». Lo encarcelaron y horas después «fue conducido al martirio, siendo asesinado de tres tiros cerca de Albocàsser».
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