«¡Mami, corre cuando vengas a Argelia a por nosotras!»
Los ojos de la joven madre se humedecen cuando saca del bolso una foto de sus dos hijas pequeñas. Seis meses lleva sin verlas ni poder abrazarlas. Amparo León Bartual, de 31 años, ha denunciado a su exmarido argelino por un delito de sustracción de menores tras llevarse a su país a las dos hijas de la pareja, de ocho y cinco años de edad, sin el consentimiento de la madre.
Desde el pasado 4 de agosto, la mujer sólo ha podido hablar una vez por teléfono con Sara y Fátima. «Tuve una conversación muy corta con Sara. Me dijo: '¡Mami, corre cuando vengas a Argelia a por nosotras!', y se me partió el corazón», afirma Amparo con el rostro cariacontecido. Luego cogió el teléfono Fátima, «y el padre la amenazó y cortó la comunicación porque intentó decirme la dirección de Argel donde están», explica la madre. Estas son las únicas palabras que ha escuchado de sus hijas en los últimos seis meses, y podrían ser también las últimas si Abdenour Zorgani, exmarido de Amparo y padre de las dos niñas, cumple su cruel amenaza.
«Me dijo que las niñas no van a pisar España nunca más», asevera la joven. Tras secarse las lágrimas con una pañuelo, la mujer continúa con su triste relato y nos muestra las tres denuncias que ha presentado en la comisaría de la Policía Nacional de Xirivella y una gendarmería de París, donde el padre cometió presuntamente el delito de sustracción de menores.
Después de conseguir el divorcio, Abdenour, de 42 años, se marchó a vivir a Francia con un sobrino, pero siguió en contacto con su exmujer y sus dos hijas. «Yo no quería que mis hijas dejaran de ver a su padre. Nosotros teníamos problemas de pareja, pero un padre es un padre. ¿Quién era yo para separarlo de sus hijas?», pregunta Amparo mientras mira otra vez la foto de Sara y Fátima. «Me pidió que fuéramos a Francia unos días de vacaciones, y yo fui tan tonta que acepté», recuerda.
El 4 de agosto de 2013, la joven regresó a España porque tenía fecha para una revisión médica tras una operación. «Dejé a mis hijas con él, y quedamos que yo regresaría a París lo más pronto posible. Al día siguiente llamé para ver cómo estaban, y el teléfono ya no daba señal», explica Amparo. «Ese mismo día se fue con las niñas a Argel, pero yo no me enteré hasta que viajé a Francia y hablé con su sobrino», sostiene la mujer. «Fue entonces cuando llamamos a Abdenour por teléfono, y pude hablar unos segundos con mis hijas», añade antes de que su tristeza vuelva a silenciar su voz.
Además de presentar dos denuncias en Francia y España por la sustracción de sus dos hijas, la joven de Alaquàs ha enviado cartas al Rey Juan Carlos, Defensor del Pueblo, Ministerio de Justicia, Consulado de Argelia y Fundación Child Care para solicitar ayuda en la batalla judicial que ha emprendido contra su exmarido.
«Lo único que quiero es recuperar a mis hijas. La juez me dio la custodia, y él no podía sacarlas de España sin mi permiso. Me mintió, se aprovechó de mi buena fe y se las llevó a Argelia. Estoy desesperada», asegura la mujer. «La policía me dice que no puede hacer nada porque el delito se cometió en Francia. ¿Y para qué sirve entonces Interpol?», pregunta indignada.
Convertida al Islam
Amparo, que se convirtió al Islam y profesó esta religión durante tres años en Valencia, está dispuesta a viajar a Argelia para convencer a su exmarido de que tiene que acatar la sentencia de una juez de Valencia y el acuerdo de custodia. Antes de que el padre se marchara a vivir a Francia, la pareja ejercía la patria potestad de forma compartida con un régimen de visitas amplio para el padre, aunque la magistrada concedió a la madre la custodia de las dos menores.
El Juzgado de Primera Instancia número 9 de Valencia estableció que ambos progenitores tenían que adoptar, de mutuo acuerdo, las decisiones importantes que afectaran a sus dos hijas, como el cambio de domicilio fuera del municipio de residencia habitual, traslados al extranjero -salvo en viajes de vacaciones-, cambio de centro escolar, celebraciones sociales o religiosas y tratamientos médicos de larga duración, entre otras determinaciones.
«Hice un esfuerzo y me convertí al Islam, y él me lo ha agradecido con una puñalada en la espalda. Se llevó a mis hijas a traición», insiste la joven. Amparo conoció al que sería su marido en un parque de Alaquàs, y con 19 años se quedó embarazada. Durante los primeros años, la convivencia entre ambos era buena, aunque todo empezó a torcerse cuando él imponía su actitud prepotente y machista.
«Nunca me puso una mano encima, pero no me dejaba ir al gimnasio ni quedar con mis amigas, y por supuesto, siempre salía de casa con el velo», manifiesta con cierta sumisión. A pesar del daño que le infligía su marido, Amparo se sentía una musulmana más. «Aún voy a rezar a la mezquita y le pido a Alá que me dé fuerzas para recuperar a mis hijas», afirma con devoción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario