lunes, 3 de marzo de 2014

“Solo gritas así si tu vida corre peligro”

“Solo gritas así si tu vida corre peligro”

Una vecina de Pistorius relata los "gritos terribles" de la novia que "pedía ayuda"

Arranca el proceso por asesinato contra el deportista, que afronta la pena de cadena perpetua

La testigo subraya que hubo una pausa entre el primer disparo y los otros tres que se realizaron


Oscar Pistorius se sienta en el banquillo minutos antes de que comience su juicio en Pretoria. 
La vecina de Oscar Pistorius que declaró en el primer día del juicio por la muerte de la modelo Reeva Steenkamp insistió en que le despertaron unos "gritos de mujer" que le "helaron el corazón". Esta es la primera del centenar de testigos que está previsto que declaren en las tres semanas de proceso y después de responder a las preguntas del fiscal del caso fue sometida a un duro interrogatorio por parte del abogado defensor del paralímpico sudafricano.







A pesar de que el interrogatorio del abogado, Barry Roux, trató por todos los medios de desacreditar la exactitud de la testigo, esta defendió en todo momento que ella solo podía explicar lo que oyó aquel día y que no estaba allí para valorar si podía ser posible o no que escuchara los disparos y los gritos de auxilio de una mujer. "Yo no he venido para juzgarlo [a Pistorius], él vendrá aquí para explicarse", dijo la mujer muy segura."Solo gritas de esta manera si tu vida corre peligro", dijo la vecina a instancias del letrado, que intentó durante una hora probar que la mujer no podía distinguir desde 177 metros de distancia si la voz que oía pedir ayuda era de hombre o de mujer, asegurando que un Pistorius “ansioso” puede incluso puede parecer ser "voz femenina". La mujer repitió que estaba “100% segura” de que oyó "dos voces de personas diferentes", una de las cuales era mujer y el otro hombre.


En este sentido, también fue muy clara en su convencimiento de lo que le despertó a las tres de la madrugada fueron cuatro disparos y no los golpes de un bate de críquet, con el que supuestamente Pistorius rompió la puerta del lavabo en la que se encontraba una Steenkamp herida de muerte. Para la defensa, la distancia entre su apartamento y el del atleta paralímpico es excesiva para tener tanta precisión. Sin embargo, la testigo no se amilanó y apuntó que "en Sudáfrica todo el mundo sabe cómo suena un tiro", en relación a las altas tasas del uso de armas y de robos con violencia. La mujer reiteró que siempre creyó que algún ladrón estaba atacando a sus vecinos y que no fue hasta la mañana siguiente en que supo que Pistorius estaba acusada del asesinato premeditado de su novia.
El letrado le cuestionó cómo se pudo acostar después de haber oído unos "gritos dramáticos" y unos disparos que le trastocaron la noche.

En Sudáfrica todo el mundo sabe cómo suena un tiro
Vecina de Pistorius


Previamente, Pistorius respondió ante la jueza que preside el tribunal que se declaraba “no culpable de las tres acusaciones que la fiscalía le imputa: el asesinato premeditado de su novia, Reeva Steenkamp, y dos altercados menores en las que disparó su arma legal en lugares públicos sin causar heridos. El juicio del año o del siglo en Sudáfrica ha empezado en el Tribunal Superior de la provincia de Gauteng en Pretoria con la máxima expectación que ha llenado la sala de vistas con casi un centenar de periodistas llegados de medio mundo.

El proceso judicial sudafricano difiere del español y los juicios no arrancan con la declaración del procesado. Así, Michelle Burger fue la primera en subir al estrado. En su turno, esta vecina explicó que se despertó hacia las tres de la madrugada por los "gritos terribles de una mujer que pedía ayuda", así como los de un hombre que y posteriormente oyó un disparo, seguido tras una pequeña pausa por otros tres. “Mi marido y yo creímos que los vecinos estaban siendo atacados y le dije que esperaba que esa mujer no hubiera sido testigo del asesinato de su marido”, explicó la testigo.
"Fue muy traumático para mí escuchar esos gritos que hielan la sangre. Te deja frío al oír el miedo", afirmó con la voz emocionada ante la sala para asegurar que entonces pensó que se había "producido un robo" pero que no fue hasta el día siguiente en que se enteró, por una llamada telefónica de su marido que le advirtió de lo que había pasado. La mujer se extrañó porque no relacionó esos gritos con una discusión sino con un ladrón.

El atleta se declaró "no culpable" del asesinato de su novia, Reeva Steenkamp
En un principio no acudieron a la policía a explicar lo sucedido porque no entendieron que su versión era relevante, pero cuando en la vista por la fianza de Pistorius, en febrero de 2013, oyeron hablar sobre testimonios de vecinos residentes a 600 metros decidieron colaborar con la justicia.

A Pistorius solo se le oyó cuándo fue interpelado por la juez de si entendía de qué se le acusaba y cómo se declaraba. Por tres veces dijo: "No culpable, señoría". No está previsto que vuelva a expresar palabra hasta la última sesión del largo juicio.
Así que su versión se escuchó por boca de uno de sus abogados defensores, que se remitió a leer parte de la declaración jurada que el propio atleta había hecho hace un año durante la vista para solicitar su fianza.
Según sus palabras, el deportista se despertó la madrugada del 14 de febrero de 2013 al oír ruido proveniente del interior del pequeño lavabo. Fue entonces cuando sin abrir las luces, se levantó de la cama donde estaba durmiendo con Steenkamp, cogió su arma y al ver una ventana abierta pensó que había entrado un ladrón. Con el miedo en el cuerpo de que el intruso los atacara empuñó la pistola con las dos manos y disparó cuatro tiros a través de la puerta cerrada. Cuando regresó al dormitorio se dio cuenta de que su novia no estaba acostada.
La versión de la Fiscalía sostiene que el atleta disparó a sabiendas de que la chica se escondió en el lavabo para huir de un Pistorius enfurecido y que el atleta sabía que ella estaba detrás de la puerta por lo que la intención de matarla es clara.

El sueño de carbono de Oscar Pistorius


El pequeño Oscar tenía once meses cuando los médicos fruncieron el ceño. Algo no iba bien. Sin haber vuelto todavía por completo las doce hojas de un calendario de pared, aquel mico que braceaba y lloraba a partes iguales, pataleando también, tenía que pasar por el quirófano para corregir una malformación ósea que con el tiempo hubiera degenerado de mala manera. Y la única forma de corregir era amputar. Así, sin haber bajado apenas de la cuna, el pequeño pretoriano se enfrentó, sin saberlo, a un momento que iba a cambiar su vida al principio del otoño de 1987. El pequeño Pistorius entró al quirófano con una malformación ósea y salió sin ella, pero pagó un precio elevado: le amputaron, de la rodilla hacia abajo, sus dos piernas.
Durante toda su vida, Oscar Pistorius caminó por el mundo sobre el peldaño de las prótesis artificiales. Se acostumbró a mantenerse en pie y a seguir adelante, paso a paso, a pesar de que su trayectoria había quedado marcada de manera inexorable en el momento en el que el quirófano le cambió un palmo por toda una vida. Pero no fue el único obstáculo que el sudafricano tuvo que saltar para seguir adelante. Pistorius tenía seis años cuando sus padres se separaron, y quince cuando su madre murió. Superado el primer examen cuando apenas tenía un año de vida, la existencia no estaba dispuesta a dejar de examinar al pretoriano, que aspiraba a matrícula en todas sus respuestas.
En algún punto de aquellos primeros años, y quizá para escapar de todo lo que le perseguía, Oscar Pistorius abrazó la velocidad. Apasionado de las motos, que vendió hace poco para evitarse disgustos que pudieran lastrar su progresión atlética, el sudafricano tiene en su cuerpo algunas marcas producidas precisamente por querer ir muy rápido, por atravesar el viento a su misma velocidad. Cicatrices de vértigo que le dejaron en la cara 172 puntos de sutura por un accidente náutico del que también conserva una fractura en la mandíbula y dos costillas en rompan filas. A pesar de ello, Pistorius nunca ha dejado de correr.



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