Una deuda de 85 millones por la venta fantasma de acciones, móvil del delito
El juez deja en libertad a Juan Soler y a otro italiano, detenidos por un intento de secuestro a Vicente Soriano, pero les impide salir de España
El expresidente del Valencia CF Juan Soler fue detenido el martes por la noche acusado de urdir una trama para secuestrar a su antiguo amigo Vicente Soriano. Las deudas económicas empujaron a Soler a idear presuntamente este plan criminal con la colaboración de otras dos personas, que también fueron arrestadas por la Policía Nacional. Los implicados tenían preparado incluso el piso donde iban a ocultar a la víctima durante las primeras horas del rapto.
La historia viene de lejos. ¿Qué pedía Soler a Soriano? 85 millones de euros más los correspondientes intereses generados por los sucesivos impagos. ¿De qué? De las acciones del Valencia que en 2009 le vendió a Soriano y que posteriormente éste iba a destinar a Inversiones Dalport, la empresa de Víctor Vicente Bravo, por 200 millones de euros. Al saltar por los aires esta segunda operación, Soriano no abonó ni un solo euro a Soler y desde ese momento empezó un litigio en los juzgados que se prolongaría hasta el 15 de enero de 2013.
Ese día se pronunciaba la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo acordando no admitir los «recursos de casación y extraordinario por infracción procesal» de Soriano y de Dalport y declarar firme la sentencia del 27 de junio de 2011 de la Audiencia Provincial, imponiendo las costas a las partes recurrentes.
A primera hora de la mañana de ayer fue conducido al juzgado de guardia. No fue el único arrestado en la operación policial. En los calabozos le acompañaba el restaurador italiano Ciro d'Anna, propietario de Ciro&Ciriaco, una coctelería de Valencia. Ambos imputados se acogieron a su derecho a no declarar, una estrategia habitual cuando la operación se encuentra bajo secreto a la espera de conocer con certeza las acusaciones que pesan sobre ellos. Fuentes policiales confirmaron, además, la detención de una tercera persona cuya identidad no ha trascendido.
La operación de la Policía Nacional se desencadenó a raíz de una confesión. Uno de los supuestos integrantes del grupo que planeaba el secuestro de Soriano se echó atrás. Al parecer, confesó los hechos con la intención de colaborar con la policía. De inmediato, los agentes del Grupo de Atracos de la Jefatura Superior de Policía de Valencia establecieron un dispositivo de vigilancia para confirmar la veracidad de la información. Y las pesquisas dieron resultado con la identificación de Soler, el empresario italiano y dos hombres de nacionalidad colombiana. Precisamente en la tarde del lunes, algunas fuentes situaron a Soler y D'Anna, acompañados de otros individuos, en el citado local de ocio. Eran las horas previas a la detención. Un escándalo mayúsculo en la sociedad y el deporte valenciano.
Según las investigaciones, Soler había contactado con un grupo de colombianos que serían los encargados de ejecutar el secuestro. Los implicados llegaron a realizar seguimientos a Soriano por la ciudad de Valencia. Incluso disponían de un piso, quizá el lugar seleccionado para mantener a la víctima oculta durante las primeras horas del secuestro. Fuentes de la investigación descartaron que Soler hubiera realizado algún pago al grupo delictivo, pero existe una grabación de una reunión de los implicados en la trama. Personas del entorno de Soriano manejaban la idea de que los secuestradores pensaban trasladarlo -se desconoce de qué forma eludirían los controles- fuera de España. Uno de los destinos podría ser Suiza.
La Policía Nacional alertó a la víctima hace unas semanas del plan sin decirle quién estaba detrás de semejante trama. Soriano vivió estos últimos días con temor, conocedor de que alguien trataba de secuestrarlo. Redujo sus apariciones públicas al mínimo. El empresario declaró el martes ante los agentes. La comparecencia fue breve.
Cerca de las doce del mediodía, la edición digital de LAS PROVINCIAS adelantaba que Juan Soler se encontraba detenido. El abogado del empresario y el hijo de Soler aguardaban la comparecencia ante el juez del juzgado de Instrucción número 12 de Valencia. El expresidente del Valencia se acogió a su derecho a no declarar. Lo mismo hizo el italiano. La Fiscalía no solicitó el ingreso en prisión de los detenidos. De tal forma que quedaron en libertad, al igual que la tercera persona arrestada. Los tres implicados se enfrentan a penas de entre tres y cinco años de cárcel, según informaron fuentes jurídicas.
El juez acordó la comparecencia periódica en el juzgado para firmar, la prohibición de abandonar el país y una orden de alejamiento de Vicente Soriano. La medida cautelar se limita a tan sólo 15 metros, según aclararon fuentes del Tribunal Superior de Justicia (TSJ). El motivo es que Soler y Soriano residen en domicilios muy próximos, prácticamente en la misma calle del centro de Valencia. Con la medida de alejamiento en vigor, un simple cruce casual con Soriano puede conducir a Soler de nuevo ante el juez por quebrantamiento de la orden.
Las diligencias policiales incluían, aparte del intento de secuestro, la pertenencia a organización criminal. No obstante, este extremo todavía no está suficientemente confirmado. De hecho, la causa está abierta por un delito de secuestro en grado de tentativa, ilícito castigado con pena de prisión. La investigación judicial se ha declarado secreta para investigar precisamente este asunto. Se trata de averiguar si Soler, el italiano y los otros dos colombianos constituyeron una organización criminal -un supuesto que siempre es difícil de probar en juicio- para secuestrar a Vicente Soriano.
Juan Soler abandonó el juzgado de guardia pasadas las 13 horas. Salió por la puerta habitual por la que salen los detenidos. Sin privilegios de ningún tipo. Tan sólo el hijo del empresario y su abogado aguardaban a la salida. Le facilitaron unas gafas de sol. Se las puso. Y comenzó el paseíllo. Los 40 metros hasta el taxi se convirtieron en una pesadilla para el expresidente del Valencia. Su hijo trataba de abrirle paso entre decenas de periodistas, cámaras y fotógrafos. «No hay nada que decir». Esta fue su única declaración. No respondió ni siquiera cuando le lanzaron la inquietante pregunta de: «¿Intentó usted matar a Vicente Soriano?». Se refugió en el taxi y se convirtió en la persona más buscada de Valencia. A media tarde, se le pudo ver paseando por las proximidades del restaurante «La Embajada».
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