miércoles, 8 de mayo de 2013

Una mujer abandona a sus dos hijos de cinco y nueve años en el colegio y renuncia a su tutela


Una mujer abandona a sus dos hijos de cinco y nueve años en el colegio y renuncia a su tutela

La madre, que fue localizada por la policía, asegura que no puede hacerse cargo de los menores y pide que los mantenga la Generalitat

Una mujer abandona a sus dos hijos de cinco y nueve años en el colegio y renuncia a su tutela
La puerta 26, donde vive la madre que abandonó a su dos hijos, y una vecina del rellano. / Txema Rodríguez
Dos hermanos de cinco y nueve años fueron ingresados en la madrugada de ayer en el centro de acogida de menores Les Palmeres en Alboraya después de que su madre no los recogiera en el colegio y renunciara a su tutela por las graves dificultades económicas que atraviesa. El padre de los niños, que se encuentra en prisión, tampoco podría hacerse cargo de los menores hasta que termine de cumplir la condena de cárcel.
Los hechos ocurrieron el lunes en el distrito de Benicalap. Los pequeños acudieron a clase con sus mochilas como cualquier día lectivo, pero a las cinco de la tarde su madre no acudió al centro escolar. Tampoco apareció el padrastro ni la abuela de los muchachos. Mientras sus compañeros se marchaban a casa con sus padres, los dos hermanos esperaron a su madre durante una hora.
Una vez transcurrido un tiempo prudencial, la directora del colegio llamó por teléfono a la policía. La situación era preocupante. «No sabíamos si a la madre le había pasado algo o se trataba de un retraso justificado», explicó una profesora del centro escolar, cuya dirección y nombre omitimos para preservar los derechos de los dos menores.
Una patrulla de la Policía Local de Benicalap acudió al centro escolar y se hizo cargo de los niños. Mientras unos agentes realizaban indagaciones para localizar el domicilio de los padres, otros jugaban con los pequeños en las instalaciones policiales del retén de Benicalap.
Conforme avanzaba la tarde, el niño de cinco años preguntaba de forma reiterada por su madre. Su hermana parecía más tranquila mientras pintaba garabatos en un folio. Los policías compartieron su merienda y su cena con los muchachos y los entretuvieron para que no echaran de menos a sus padres.
Sobre las ocho de la tarde, dos agentes localizaron a la madre y el padrastro de los menores -una joven nacida en Cuba y un hombre de nacionalidad rumana- tras llamar de forma insistente a la puerta de su domicilio. Los policías se quedaron perplejos cuando escucharon las explicaciones que les dio la joven madre sobre los motivos que le empujaron a no recoger a sus hijos del colegio. Las graves dificultades económicas y su entera dedicación a los cuidados de un bebé de cuatro meses -fruto de la relación con su actual compañero sentimental- le impedían hacerse cargo de sus dos hijos mayores. Además, la mujer pidió a la policía que realizara las gestiones oportunas para que la Administración mantuviera a los niños.
Reconocimiento médico
Tras valorar el posible desamparo de los pequeños, los agentes informaron de los hechos a la Fiscalía de Menores y trasladaron a los muchachos al Hospital La Fe, donde fueron sometidos a un completo reconocimiento médico. Una vez que los sanitarios descartaron cualquier indicio de malos tratos, una patrulla de la Policía Local llevó a los dos hermanos al centro de acogida de menores Les Palmeres. Los niños llegaron ya de madrugada a las instalaciones de Alboraya, donde pasaron la noche, y al día siguiente recibieron cuidados especiales por parte de los educadores, según informaron fuentes del Ayuntamiento de Valencia.
Tras el ingreso de los dos hermanos como medida de protección, la Generalitat Valenciana tiene ahora la tutela de los menores bajo la salvaguarda de la autoridad judicial. Los servicios de protección del menor comenzaron ayer a realizar el correspondiente informe sobre las situación de los niños para remitirlo lo antes posible al juez.
Los vecinos de la joven cubana no se sorprendieron ayer cuando se enteraron de que la madre había renunciado a cuidar de sus hijos. «Los niños iban siempre muy aseados pero esa casa parece un infierno. Raro es el día que no se oyen gritos», explica un anciano que reside en el mismo edificio.
«La policía ha venido tres veces en los últimos meses para poner orden», añade el hombre. Según otra vecina, las discusiones eran siempre entre la pareja y los niños no sufrían malos tratos físicos. «Puede que no vivan en el mejor ambiente, pero su madre los cuidaba bien y los llevaba todos los días al colegio», asevera la joven.
Las difíciles circunstancias socioeconómicas y la falta de apoyo familiar son las principales causas que abocan a muchas madres a tomar la decisión de renunciar a la tutela de sus hijos, como hizo la joven cubana. Basta con manifestar expresamente su intención y pueden dirigirse a los trabajadores sociales de un centro de salud, a los equipos municipales de los Servicios Sociales o a los servicios de protección de menores de la Generalitat.
Desde el momento del alumbramiento, el neonato entra en un sistema de protección con una declaración de desamparo. La renuncia a la tutela no conlleva la comisión de ningún delito. La legislación prevé esta posibilidad sin consecuencias penales. En cambio, el abandono sí acarrea un castigo. Por un lado, está la responsabilidad penal con una pena de prisión de hasta tres años, y por otro, la puesta en peligro de la vida de un menor, con lo que la condena puede ser de hasta cuatro años de cárcel.

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