SAN FERMÍN | Sexto encierro
Tres corneados en un encierro dramático
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Dicen los veteranos del encierro que las estadísticas se acaban cumpliendo. Cinco días consecutivos sin cornadas en Pamplona es una anormalidad estadística. Ya había incluso quienes buscaban explicaciones a lo que no era más que un cruce de casualidades. Y la sexta carrera ha sido la más accidentada, saldada con cuatro heridos por asta de toro, varios de ellos de gravedad.
Los toros de El Pilar tienen fama de velocistas en Pamplona. En este encierro se ha sumado su rapidez en la carrera y un toro suelto. El resultado, un encierro muy peligroso, tanto en carrera lanzada como con el último ejemplar, que ha tardado cerca de cinco minutos en encerrarse en los toriles de la plaza de toros.
El primer protagonista de la carrera ha sido un toro castaño que desde el inicio ha decidido lanzarse a un sprint rapidísimo por delante del resto del grupo. El astado, de preciosa estampa, se ha llevado por delante a alguno de los temerarios que se arriesgaban a ponerse delante de él. Al final de Santo Domingo ha volteado a uno de los corredores de forma aparatosa, corneándolo en el costado izquierdo. Inmediatamente ha arrollado a otro joven en el lateral derecho en el sentido del encierro, esta vez sin consecuencias.
Tal era la velocidad de ese toro que ha acabado perdiendo los cuartos delanteros y ha resbalado aparatosamente por los adoquines. Así ha acabado su aventura en solitario en la Plaza del Ayuntamiento.
La manada ha seguido a buen ritmo, aunque algunos de los ejemplares se iban quedando rezagados. El paso por la curva de la Estafeta no ha dado problemas, como ya viene siendo habitual. Correr delante de la manada no era sencillo. Incluso varios de los corredores más afamados se han visto empujados por las astas, han tropezado con los lomos de los toros o se han visto atrapados por las caídas. Nada de carrera limpia: eso era la guerra.
Una cogida de más de medio minuto
Pero lo peor estaba por llegar: a mitad de la calle de la Estafeta todo ha cambiado. Uno de los toros negros ha caído tras embestir a los mozos y se ha visto solo con muchos metros por delante hasta la plaza. Tras levantarse ha derrotado contra uno de los corredores, Diego Miralles, de 31 años y vecino de Morella (Castellón), que ha quedado tendido en el suelo, e inmediatamente se ha ido a por él. Ahí el tiempo se ha detenido.
El de El Pilar, impresionante de estampa, cornalón y muy astifino, ha comenzado a lanzar cornadas al joven que estaba en el suelo durante más de medio minuto. El muchacho se agarraba desesperado a uno de los cuernos, se tapaba tratando de evitar las puñaladas que le llovían, pero el toro estaba encelado con él. Sin ropa lo ha dejado y con tres cornadas.
Según ha dicho uno de sus amigos a los periodistas en el Hospital Virgen del Camino, donde está ingresado el herido, las cornadas son limpias, no han afectado a ningún órgano importante y tampoco ha habido perdida de sangre, por lo que se espera una buena recuperación
Se ha visto claramente la cornada en el abdomen una de las veces que le ha levantado del suelo. Sus compañeros han tenido que separarlos físicamente: unos tiraban del morlaco, coleando, y otros del chico herido. Sólo así lo han podido salvar, ya que el toro estaba completamente cebado con su presa.
Desde ahí, el peligro ha sido constante. El de El Pilar bajaba al paso, desafiante, y ha puesto en peligro a varios corredores experimentados que trataban de tirar de él con mucho acierto. Ha habido varios apretones y un par de embestidas más en las que se ha intuido la cornada: un mozo que se ha librado de la cornada tirándose al suelo en la misma cara del animal; otro de amarillo que se lo ha encontrado de frente ha tenido menos suerte. Incluso los pastores se han visto apurados antes de llegar al coso.
El balance de las asistencias sanitarias es extenso: además de la cornada en un costado a un corredor en Santo Domingo, los médicos han atendido otras dos cornadas en la calle de la Estafeta y un puntazo en Telefónica.
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