sábado, 23 de noviembre de 2013

Akihito se prepara para morir

CASA REAL | JAPÓN

Akihito se prepara para morir

El emperador de Japón anuncia su deseo de ser incinerado y pide al Gobierno unos funerales alejados de toda pompa, para evitar gastos innecesarios, cuando está a punto de cumplir 80 años

Akihito se prepara para morir
Akihito, emperador de Japón. / Archivo
Cumplirá 80 años en diciembre. Y parece que Akihito ha entrado en tiempo de descuento. O que es muy previsor. Porque el emperador de Japón ya ha expresado su última voluntad. La que no tiene marcha atrás. Prepara su último adiós. Y el de su compañera de viaje, la emperatriz Michiko. Y, de paso, también el de sus herederos. Rompe con la tradición o recupera tradiciones, según se mire, sobre el rito mortuorio de los emperadores.
Akihito, en su despedida, será incinerado. Ese es su deseo. No como hasta ahora, que venían inhumándose. Desde el siglo XVII hasta ahora, nada menos. Acaba el actual emperador con 350 años de tradición. O desentierra las de la historia más lejana, dado que, se sabe, siglos atrás la Casa Imperial japonesa incineraba a sus emperadores. De los 124 con los que cuentan, 41 se convirtieron en cenizas, pasto del fuego.
Pues bien, el deseo está lanzado. Y como sus deseos son órdenes para el Gobierno, todo está ya dispuesto. Sus restos descansarán, eso sí, en el Cementerio Imperial, una extensión de 460.000 metros cuadrados en los que se suceden suntuosos panteones de tamaño descomunal. Pero la tumba de Akihito será discreta. Sirva como ejemplo que ocupará menos de la mitad que la de sus padres, los emperadores Showa y Kojun.
Las estrecheces no se quedan solo en lo físico, también en lo económico. Porque, del mismo modo, consciente de que la situación económico no es boyante y que los gastos de un entierro de estado recae en las arcas del Gobierno, Akihito ha pedido una despedida sencilla, alejada de toda pompa y boato. No costará menos que varias decenas de millones, pero una cifra muy por debajo de los 125 millones de dólares que se gastaron para despedir en 1989 al emperador Showa. Con esto, el actual emperador pretende que su muerte tenga el menor impacto, social y económico, en la vida cotidiana de la sociedad japonesa que, por cierto, también se decanta mayoritariamente por la incineración a la hora del adiós.

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