Tras su restauración
La Virgen luce en todo su esplendor
«Va a estar bonita y quiero verla». Luis, seguidor de la Mare de Déu desde hace 15 años, era uno de los fieles que abarrotaban ayer la Basílica de la Virgen deseoso de comprobar cómo había quedado la imagen más venerada de Valencia después de una restauración realizada los últimos cinco meses.
Había cola a las puertas del templo antes del acto de la 'descoberta'. En apenas unos minutos, todos los bancos estaban repletos de público y la expectación dio paso a la emoción, con lo que sólo quedaba un pequeño paso para que se escucharan las voces de los poetas loando a la Virgen de los Desamparados.
Y todo ocurrió muy deprisa por las ganas del público de que se levantara el velo pintado sobre el altar. Discursos del rector de la Basílica, Juan Bautista Antón, el clavario mayor de la Archicofradía de la Virgen, Manuel López, y de Hortensia Herrero, presidenta de la fundación que lleva su nombre y entidad que ha sufragado el coste de la restauración de la imagen y el camarín donde se guarda.
Tras unas palabras del arzobispo Carlos Osoro y un descanso amenizado por la Escolanía de la Virgen, a las 19.54 horas se produjo el momento histórico esperado. La 'descoberta' desveló una imagen gótica, brillante, más austera que la anterior pero sin apenas cambios.
«¡Guapa!, ¡guapa!» fueron las dos primeras palabras que salieron de los fieles, coreadas por un largo aplauso. Hasta de rodillas se puso Nieves Aleixandre para intentar verla desde un lateral de la Basílica. «Está muy bonita, es como cuando a una mujer le hacen el moño y la maquillan», quiso expresar en un paralelismo con las Fallas. Mientras, las nubes de incienso todavía flotaban de la bendición de la imagen, que recuperar una fisonomía como no se veía desde hacía 350 años.
La talla gótica está datada en 1416 y el cambio principal ha consistido en quitarle el escapulario, el fajín militar, la vara de mando y poco más, aunque el verdadero trabajo se ha hecho en el interior. En una explicación posterior al acto de la bendición, la restauradora Carmen Pérez, directora del Instituto de Conservación y Restauración, explicó que ella y su equipo tuvieron dos sentimientos cuando recibieron la talla, desnuda de cualquier ropaje y joyas. «Nos emocionó su serena belleza y nos sobrecogió su deterioro», dijo.
Además, luego vieron que era más avanzado incluso. Utilizaron toda la experiencia de los técnicos y la más moderna tecnología para una intervención que ha ocupado prácticamente a todo el personal del instituto, quitando horas de sueño y días de vacaciones.
Antes, en la nave central del templo, las primeras palabras del rector Antón fueron para el 600 aniversario de la Archicofradía, para vincular después la restauración de la imagen con la misma renovación del espíritu de devoción a María.
Pero una de las intervenciones más aplaudidas y felices fue la de Hortensia Herrero, presidenta de la fundación que ha financiado los 260.000 euros que ha costado la restauración. A su lado, su marido, el presidente de Mercadona, Juan Roig, además de varios miembros de su familia.
Precisamente habló de recuerdos como el de la devoción de su suegra, Trinidad Alfonso, por la Mare de Déu, además del que siente su madre, Carolina Chacón, presente en el acto y que no podía ocultar las lágrimas. «Hace un año, cuando me lo propusieron dije que estaba guapísima y no necesitaba nada, aunque cuando después, tras dar el visto bueno, he visto que el resultado ha sido fantástico».
Igual de emotivas fueron las palabras del arzobispo Osoro, quien antes anunció que el próximo 5 de abril, la imagen será expuesta en la plaza de la Virgen para que todos los fieles puedan admirarla. Será en una jornada de predicación que se celebrará en la misma Basílica, con sacerdotes que se ofrecerán a confesar a los fieles.
«Nos trae aquí una mujer excepcional, irrepetible, única». Ese fue el hilo de su discursos, la bondad de la madre de Dios. «Es la que le dio forma humana y es la madre de todos nosotros. ¿Habéis visto la belleza de esta imagen?», señaló hacia el altar. «Mira a los hombres tras ser levantada», para recordar que en origen se colocaba encima de los sudarios de los indigentes y ajusticiados.
Esa es una de las razones de que sea una imagen muy liviana, tan sólo de 41 kilogramos de peso, según explicó Pérez después. La talla está hecha de una pasta ligera, una masa de madera que ahora queda más al descubierto con la cenefa marrón y los pliegues dorados y verdes en la parte delantera.
Todavía faltaba un añadido y que fue dado a conocer poco antes de iniciarse el acto. En su mano derecha, donde sostiene unas flores, también luce un rosario de oro concedido por el Papa Benedicto XVI con motivo del 50 aniversario de su declaración como patrona de la Comunidad Valenciana.
En el camarín, las falleras mayores de Valencia, Carmen Sancho y Claudia Villodre, se colocaron en un lugar preferente. Pronto volverán a la Basílica, los dos días de Ofrenda que cierran uno de los actos más sentidos de las Fallas.
Pese a que el público abarrotó la sala, tan sólo se produjo el desvanecimiento de una persona mayor, una señora que fue sacada en volandas por un hombre. Media docena de seguidores se acercaron en unos segundos, atentos a que pudiera ser algo más grave.
Por desgracia, eso le impidió asistir a la 'descoberta', cuando Osoro elevó la temperatura de la sala diciendo a todos los presentes: «¡aquí tenéis a vuestra madre!», para hablar con especial sentimiento de que «sólo el nombre de Mare de Déu ya llena el corazón y lo digo yo, que apenas estoy unos años con vosotros».
Los cinco meses de trabajo arduo en los que ha transcurrido la restauración han tenido también su efecto en el camarín. En un segundo plano por la belleza que emana de la imagen gótica, es indudable que su aspecto ha cambiado como de la noche al día.
La suciedad del humo de miles de velas desde hacía siglos, así como el polvo acumulado y las humedades, habían casi arrruinado la sala, un espacio neoclásido de gran belleza según valoró Pérez. La limpieza ha dado paso a que puedan admirarse ocho escenas dedicadas a la Mare de Déu y una barroca decoración donde se han tenido que reintegrar estucos y hasta delgadas láminas de oro de 24 quilates en los dorados.
El hollín impregnado en las paredes durante los últimos 320 años ha desaparecido por completo y las pinturas de Francisco Llácer (1781-1852) fueron muy comentadas por los asistentes, que llenaron la pequeña estancia después del discurso de la restauradora.
Acerca de la intervención en la imagen, dijo que «siempre es complicado la intervención en una obra que recibe culto, pero en este caso mucho más». Por esta razón, lo primero que hicieron al recibir la pieza fue un completo estudio fotográfico, radiológico y hasta de detección de insectos en la madera.
La restauración también ha servido para tener mucha más información del objeto de devoción de Valencia. Hasta ocho capas de policromías diferentes se han encontrado, además del detalle curioso de que una de las dos tablas colocadas en los laterales cuando se decidió levantarla fue reutilizada de un retablo gótico.
Todo eran explicaciones sobre los murmullos de los fieles, que pugnaban por contemplar la imagen restaurada. Alfonso, natural de Sevilla, pero ya tres décadas viviendo en Valencia, lo resumió de una manera muy sencilla: «cuando estoy un poco más, a la primera que miro y me consuela es la Mare de Déu». Devoto también de la Virgen del Rocío, confesó que la Virgen de los Desamparados «es diferente, tiene algo especial», quizás por esa mirada hacia los hombres a la que se refirió Osoro.
En primera fila, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, la consellera de Educación, María José Catalá, la delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León y el presidente de Les Cors, Juan Cotino. El vicealcalde de Valencia, Alfonso Grau, acompañada a las falleras mayores, ante la ausencia de Rita Barberá, en un congreso del Partido Popular Europeo en Dublín.
Todos los testimonios de los presentes iban en la línea de la búsqueda de palabras para definir ese «algo especial» que cautivó nada más realizarse la 'descoberta'. Entre los agradecimientos, hubo palabras hacia la Archicofradía de la Virgen, promotora de la intervención para conmemorar su aniversario. Manuel López fue uno de los más aplaudidos cuando recordó el origen de la devoción, dar consuelo a los desamparados. Una idea que recogió el arzobispo Osoro al recordar el envío de imágenes de la Mare de Déu a todos los rincones del planeta, con acuses de recibo y muestras de agradecimiento de países lejanos.
La belleza de la talla gótica no ha oscurecido sólo el trabajo en el camarín, sino lo que se ha hecho en la misma peana y base de la imagen. Todos los elementos de plata y orfebrería han sido restaurados, lo que ha incluido el mecanismo que hace girar del camarín a la nave central y viceversa.
Desde ayer, está vestida con el manto del capellán Mata, quien vivió a finales del siglo XIX. Se trata de un tisú bordado en plata, con las joyas más características que ha lucido siempre y no desaparecieron durante la guerra civil. La expresión de la cara no ha cambiado en absoluto, salvo por la profunda limpieza a la que ha sido sometida, pero desde ayer, la Mare de Déu mira a los fieles con un aspecto más sereno. Hasta dentro de seis siglos.
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