jueves, 6 de marzo de 2014

Siete maneras de ser siempre la persona más interesante en cualquier lugar

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Siete maneras de ser siempre la persona más interesante en 


cualquier lugar



Cautivar, influir, seducir… Son intenciones, más o menos conscientes, que dan forma a la mayoría de nuestras conversaciones en grupo. Tanto el lenguaje verbal, mediante la retórica, como el no verbal, a través del ‘saber estar’ dependiendo del contexto y del ambiente, juegan un papel fundamental a la hora de despertar el interés de los contertulios. Convencerlos de nuestros puntos de vista o, simplemente, agradarlos y conseguir que se lleven una buena imagen de nosotros son propósitos que, siguiendo una serie de estrategias, se podrán alcanzar más fácilmente.
Los coach y expertos en psicología han tratado en profundidad estas cuestiones, que se pueden resumir en siete claves enfocadas a causar una buena impresión a los demás.
Evita aburrir identificando los signos que denotan falta de interés
La brevedad es una garantía de éxito, más aún si las intervenciones son optimistas y positivasSi uno lleva varios minutos hablando y nadie realiza preguntas, la conversación se convertirá en un monólogo, que quizá fascine al protagonista pero no tanto a sus oyentes. Cuando esto ocurre, lo más recomendable es interpelar a alguno de los contertulios o formularles alguna pregunta para que tomen el relevo en la conversación, como apunta Margaret Shepherd en A Guide to Expressing Yourself With Style and Grace. El ego hace que no siempre sea fácil darnos cuenta de la falta de interés que despertamos, sobre todo si la audiencia es lo suficientemente educada. Ante la duda, el mejor ataque es una buena defensa.
Para no resultar pesados, la brevedad es una garantía de éxito. Si, además, las intervenciones van acompañadas de optimismo y positivismo, entonces será mucho más sencillo generar empatía.
Mantén una escucha activa para lograr cautivar                 
Sorprendentemente, las personas que mejor impresión suelen causar son aquellas que no copan las conversaciones, pero que son claras y cautivadoras en sus intervenciones. Para ello, es imprescindible saber escuchar, dejar que los demás se expresen, y recoger pistas sobre cómo son, para adaptar el discurso propio al tipo de persona y estado de ánimo. El simple hecho de hablar de uno mismo, de expresarse, genera una placentera sensación que el implicado asociará con su oyente.
Genera empatía interesándote por lo que hacen los demás
Sonreír, mostrarse apasionado, gesticular y modular adecuadamente el tono de la voz son claves para trasmitir carismaSi no somos los suficientemente sociables como para emprender conversaciones distendidas con desconocidos, la mejor y más sencilla estrategia, según defiende Dale Carnegie en How To Win Friends and Influence People consiste, simplemente, en preguntar. Empezar por interesarse en sus aficiones y a qué se dedican hará que “tengamos hecho el 80% del camino, pues se podrá orientar la conversación hacia esos aspectos, buscando elementos en común y generando así empatía”. Si uno no tiene ni idea sobre los temas que salen a colación, siempre se puede preguntar e interesarse por pedir más explicaciones pues, como ya se cuenta en el punto anterior, a todo el mundo le gusta hablar de sí mismos.
Las buenas historias no son fruto de la improvisación
Para despertar interés en una conversación hay que tener buenas historias que levanten expectación, algo que no suele lograrse mediante la improvisación. Generalmente, las historias que más entretienen son aquellas que ya han sido contadas en ocasiones anteriores, una experiencia que ayuda a mejorar la dramatización, sabiendo, por ejemplo, dónde colocar las pausa o discernir qué aspectos resaltar y cuáles obviar. El coach Scott Adamstambién apunta que suelen triunfar más las historias que tienen a personas como protagonistas y se basan en cuestiones del comportamiento humano. Si no, fíjense en los monologuistas.
La clave del carisma reside en el lenguaje no verbal
La colación de los objetos, o incluso sus formas, ejercen una fuerte influencia en nuestro estado de ánimoLas palabras en sí mismas sólo representan el 10% de todo lo que se trasmite a una persona desconocida durante una conversación. Todo el resto depende del lenguaje corporal, del tono de voz, la estética y la retórica. La parte emocional cuenta mucho más que la meramente informativa, por lo que sonreír, mostrarse apasionado, gesticular y modular adecuadamente el tono de la voz serán claves. El carisma, más que mediante el discurso en sí mismo, se trasmite a través de la actitud con la que nos expresamos, tal como explican los psicólogosArthur Aron y Elaine Aron en The Heart of Social Psychology.
El tipo de ubicación estimula diferentes sensaciones
El entorno determina nuestro comportamiento. La colocación de los objetos, o incluso sus formas, ejercen una fuerte influencia en nuestro estado de ánimo.No será lo mismo trabajar en una oficina desordenada que en una ordenada, así como quedar con alguien en un lugar muy concurrido o en otro con más intimidad. El espacio estimula unas u otras emociones, por lo que si somos nosotros quienes lo elegimos, debemos tener en cuenta qué tipo de sensaciones queremos generar: ambiente de trabajo, distendido, seriedad…
Sé y empápate de lo que quieres proyectar
Al igual que Don Quijote, si uno quiere ser un caballero debe actuar como tal, creérselo y orientar su vida profesional o personal hacia este fin. Los coachReid Hoffman y Ben Casnocha explican en el superventas The Start-up of You que el camino más sencillo para mejorar nuestras cualidades y proyección personal consiste en pasar tiempo con las personas que son nuestras mentoras y referentes a seguir. Si uno no actúa, piensa y vive de manera acorde a la imagen que proyecta, la credibilidad será mínima. Si uno quiere parecer interesante a los demás, la forma más fiable es tener una vida interesante.

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