El PSOE se sume en la perplejidad
Los conflictos encadenados del último mes ponen el foco en la autoridad de Rubalcaba
El secretario general quiere reforzar a Elena Valenciano
Hay en el PSOE estos días una “ebullición de conversaciones de unos con otros”, dicen varios dirigentes; pero pocas conclusiones, admiten esos mismos. “Sabemos que hay que hacer algo”, sentencia un barón territorial. “Pero no sabemos qué”. Los más fieles al secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, piden “lealtad” a todos y advierten: “Como nos pongamos a pelear por qué hacemos con el remo, a lo mejor se hunde el barco”. ¿Hay un cuestionamiento real de la autoridad de Rubalcaba ante los últimos episodios de debilidad de la dirección federal y por la evidencia de que el partido sigue en el agujero en el que le dejaron las elecciones de 2011? ¿Hay solo mucha agitación y desconcierto o una auténtica masa crítica y alternativa?
Tres territorios, tres crisis. En menos de tres semanas: la indisciplina de los socialistas de Cataluña, votando en el Congreso a favor del “derecho a decidir”; el desafío de los socialistas de Galicia, dispuestos a convocar una consulta a la militancia sorteando los estatutos; y el fiasco de la moción de censura en Ponferrada (León). Episodios muy distintos que al PSOE se le encadenaron desde finales de febrero con un común denominador: la enorme dificultad —o la falta de voluntad— de la dirección federal para imponer su autoridad.
La resaca de ese triple estallido ha terminado de instalar en la perplejidad al primer partido de la oposición y alimentado el debate sobre si debe abordar un cambio urgente, apenas un año después del último congreso federal. Entre la decena de dirigentes y barones territoriales consultados por este periódico, ninguno plantea abiertamente una salida concreta. Hay preocupación unánime, y rumores cruzados —raramente asumidos en primera persona— sobre movimientos a favor de adelantar las primarias o forzar un nuevo congreso; pero también es generalizada la indefinición. Se diría que, por un momento, se ha hecho el silencio y los protagonistas de la obra se miran, esperando un gesto del vecino. El secretario general de una de las grandes federaciones lo resume así: “Estamos en el momento de los grises, el de la incertidumbre”.
Rubalcaba reunirá este jueves a la ejecutiva federal y allí podría surgir alguna respuesta. El secretario general no anunciará, en principio, cambios de personas pero sí “ajustes en el ámbito de la coordinación”, según fuentes de la dirección. Otra forma de definir la “revisión de los mecanismos de toma de decisiones” que ya anunció el pasado lunes el secretario de Organización, Óscar López, y que supondrá probablemente un recorte en las competencias de López, número tres del partido, para reforzar las de la número dos, Elena Valenciano.
Ese trasvase de poder daría a Valenciano más margen de maniobra frente al aparato; aunque el “ajuste” también podría hacerse por otra vía, “incorporando a otros dirigentes a esas labores de coordinación”, señalan estas fuentes. El cambio, sea cual sea, se produce después de la borrascosa gestión de la operación en Ponferrada, cuya negociación y fracaso final asumió enteramente el secretario de Organización.
El broche de Ponferrada —una moción de censura pactada con Ismael Álvarez, el exalcalde del PP condenado en 2002 por acoso sexual a Nevenka Fernández— ha acabado de deprimir a algunos en el partido. “Es muy frustrante. Estás pedaleando para recuperar espacio social y entonces estalla algo como lo de Ponferrada y todo queda eclipsado. Es la sensación permanente de que el partido da un paso adelante y dos atrás”, se lamenta un dirigente regional. Otro, veterano diputado, cree, sin embargo, que ese asunto se ha “sobredimensionado”, que hay “mucha hipocresía” y que algunos lo han utilizado simplemente “para desgastar”. Cuenta un parlamentario que, en la reunión del grupo en el Congreso en la que varios diputados criticaron duramente a López, también hubo voces en su defensa, y que el expresidente del PSOE Manuel Chaves llegó a decir: “Algunos no es que hayan descubierto el feminismo, es que han descubierto la yugular del secretario de Organización”.
Al margen de la crisis puntual, más de un socialista sostiene que Ponferrada, el desafío en Galicia e incluso el conflicto con el PSC —al que todos dan una dimensión diferente— son “síntomas” de un problema de fondo: “Hay una crisis de dirección”, afirma un barón territorial. “
El grupo le guarda la silla al PSC
Desde el pasado 27 de febrero y por primera vez en tres décadas, el PSC —partido que representa al PSOE en Cataluña— no forma parte de la dirección del grupo parlamentario socialista. José Zaragoza dimitió ese día como secretario adjunto segundo tras saltarse —como el resto de diputados socialistas catalanes— la disciplina del grupo y apoyar una consulta soberanista en Cataluña. Ese cargo de Zaragoza quedó sin cubrir, y fuentes de la dirección del PSOE confirman que “va a seguir vacante” mientras dure la negociación entre PSOE y PSC para revisar su protocolo de relación.
El grupo parlamentario socialista le guarda así la silla al PSC, por si la relación se recompone del todo. A las conversaciones entre ambos partidos, que hasta ahora han sostenido la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, y el secretario de Acción Política de los socialistas catalanes, Antonio Balmón, se incorporarán después de Semana Santa el diputado del PSOE Ramón Jáuregui y Miquel Iceta, exportavoz parlamentario del PSC. La negociación va para meses; mientras, el PSC ha votado ya dos veces a favor de resoluciones soberanistas que el PSOE rechaza.
Cuando hay opción de gobernar, la gente apoya a muerte a los líderes; cuando se ve que la dirección no es de futuro, todo el mundo empieza a moverse en función de sus intereses. Es como el que tiene hemofilia: un rasguño puede desangrarle”, ejemplifica otro. Un miembro de la ejecutiva replica: “Pero si es que aquí no se han respetado los tiempos: hace nada que salimos del Gobierno y, en vez de colaborar todos para que esto remonte, hay algunos que desde el primer día intentan desgastar”. Y un veterano eleva la mira con amargura: “Hay una extrema debilidad de todo el PSOE, no de la dirección. Es un partido que no se encuentra a sí mismo. Pero es que construir un proyecto es muy difícil ahora. Lo cotidiano lo tapa todo. Nada se abre paso. Lo que impera es la crítica”.
Salvo el madrileño Tomás Gómez —que reclamó directamente la dimisión de Rubalcaba—, ningún secretario general consultado para esta crónica plantea abrir el melón de un nuevo congreso federal (que además podría reproducir automáticamente las guerras internas en cada federación, lo que no interesa a ninguno de ellos). Sí hay voces que piden, con bastante más fuerza que hace un mes, que se vaya pensando en adelantar las primarias (previstas para el otoño de 2014), aunque, por ahora, lo dejan a la iniciativa de Rubalcaba; en esa tesis están el secretario general de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y, más tímidamente, el de Extremadura, Guillermo Fernández Vara.
Y luego hay, entre los más fieles al secretario general, quienes ven incluso una oportunidad en la pésima racha: “No hay mal que por bien no venga, hay que hacer de la necesidad virtud. Lo que ha pasado en estas semanas traerá un reforzamiento de la dirección. Ha llegado el momento de que la ejecutiva se dé cuenta de que tiene que ejercer el mandato que le dio el congreso federal: que tiene que mandar”, señala un barón.
“Alfredo tiene un apoyo que no se va a resquebrajar hasta la Conferencia Política de octubre, sobre todo porque Andalucía le va a seguir respaldando. A partir de ahí... quizás surjan nombres alternativos. Después de octubre pueden abrirse distintos escenarios; antes, no”, augura un parlamentario.
Desde una de las federaciones principales concluyen: “La situación no puede seguir así, es insostenible. Pero, como nadie tiene claro qué hacer, se sostiene”.
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