viernes, 28 de junio de 2013

Navas conduce a España hasta Maracaná

SEMIFINALES

Navas conduce a España hasta Maracaná

Navas conduce a España hasta Maracaná
Los jugadores de la selección española celebran el pase a la final. / Afp
Un duelo intenso y equilibrado, como debe ser una semifinal lógica entre dos colosos, decidió el pase de España a la final de La Copa Confederaciones en el decimocuarto penalti, anotado por Navas. Un prodigio de sangre fría en el flamante fichaje del City, alejado ya de sus miedos y ansiedades. Los italianos buscaban doble ‘vendetta’, la de Kiev y la de aquella derrota en los cuartos de final de la Eurocopa de 2008, pero volvieron a caer. Casillas y Buffon de nuevo frente a frente, como en Viena. Y ganó el madrileño. No paró ninguno pero Bonucci lanzó uno al cielo de Fortaleza. Quién se lo iba a decir a Iker después de lo que ha padecido con Mourinho. A esa suerte final se llegó después de un choque en el que España fue de menos a más y solo rayo a su gran nivel en la prórroga, cuando entró Mata y auxilio en la creación a Iniesta porque Xavi no vivió un buen día. Javi Martínez acabó de ‘9’ y Villa estaba en el banquillo. Una decisión de del Bosque que provocará ríos de tinta. Pero España luchará por el título en Maracaná ante Brasil.
Los campeones del mundo y de Europa siguen instalados en un sueño. Estaba cantado que no disfrutarían de tantos espacios como en la final de la Eurocopa, ya que ese tipo de partidos tan perfectos son irrepetibles, pero no que Italia les superase con tanta facilidad como el primer tiempo. Menos mal que luego se corrigió y la noche acabó con los rojos radiantes. Sin renunciar al perfil alegre y ofensivo del que ha dotado transalpinos, Cesare Prandelli demostró que aprendió la lección de Kiev, supo extraer conclusiones y es un gran estratega. Quien pensó que por sacar a tres centrales haría un guiño al viejo ‘catenaccio’, erraba. Cerraban las tres torres de la Juventus, equipo representado con seis titulares en la semifinal, los mismos que el Barça, pero Maggio y Giaccherini eran laterales de larguísimo recorrido.
Los carrileros se convirtieron en dos centrocampistas más y ahí radicó la clave que explica el porqué de la superioridad en número de los ‘azzurri’ en la zona de creación. Eran seis contra cuatro y sorprendieron una y otra vez por los extremos, sobre todo el del Nápoles. Maggio obtuvo un sobresaliente. Solo le faltó el gol para la matrícula de honor. Yno lo anotó porque Casillas lo evitó dos veces con sus reflejos reflejos. También desvió el mostoleño con los puños un disparo seco de De Rossi y siguió con la mirada un cabezazo del propio mediocentro de la Roma y un toque sutil de Gilardino, sustituto de Balotelli, que de milagro se marcharon fuera.
Italia esperaba sin sufrir, tranquila y paciente. Y en cuanto robaban el balón, sus jugadores salían con inusitada rapidez. Guiados por Pirlo, uno de esos tipos que hacen correr el balón y se anticipan mentalmente a los pases, los de Prandelli se mostraban versátiles. Una y otra vez, buscaban el espacio que deja a su espalda Jordi Alba. Sabían que Xavi, Iniesta y Silva, sustituto del tocado Cesc, no saben correr hacia atrás. Sin balón, parecen hasta mediocres. Busquets estuvo inmenso pero se sintió muy solo, sin ayudas. No había ocurrido en todo el torneo pero ahora se echaba en falta otro medio de contención.
Revulsivos
Con tanta acumulación de jugadores en el centro del campo, a España se le presentaba un serio problema. Si sus jugadores buscaban el pase rápido y arriesgado, podrían sufrir una pérdida peligrosa. Y si querían asegurar al balón, el rondo era intrascendente y el dominio insulso. Salvo Iniesta, nadie intentaba el desequilibrio. Solo dos veces se acercó ‘La Roja’ a los dominios de Buffon, quien no tuvo que intervenir antes del descanso. Un disparo con el arma mal calibrada de Pedro y un excelente reverso de Torres que estropeó con una mala definición, fueron lo mejor de España.
Lo más positivo en el descanso era el resultado. Del Bosque buscó soluciones y hablaba pausadamente con sus pupilos en el túnel de vestuarios. Acertó al cambiar a Pedro y a Silva de banda e introducir enseguida al revulsivo Navas por el grancanario, flojo en Fortaleza. A toro pasado, es fácil concluir que Mata seguramente hubiera aportado más desde el inicio. Al menos, el del Chelsea ha hecho mejor temporada que el del City. Prandelli hizo un movimiento de listo. Creía en el triunfo porque veía al rival sufriendo. Retiró a Barzagli, uno de los centrales, y apostó por Montolivo, un medio ofensivo. Pero no cambió el dibujo porque retrasó a De Rossi.
Mejoró España en defensa. Ya no fue tan vulnerable. Con Pedro y Navas enfrente, los laterales italianos ya no podían desplegarse en ataque tan alegremente. Pero hacia adelante Xavi no aparecía e Iniesta no podía contra todos. Con el tinerfeño ya sin fuelle, entró Mata. La tuvo Piqué, tras una porfía de Torres que pudo ser penalti y el pase de Navas. Llegó la prórroga, el lanzamiento de Giaccherini al poste y el extraño cambio de Del Bosque. Retiró a Torres e introdujo a Javi Martínez para tapar la salida de Pirlo y actuar de ‘palomero’. Villa estaba en el banquillo. Sorprendente. Cabeceó Piqué mal, despejó Chiellini con la mano y Howard Webb y sus ayudantes no lo vieron. Iniesta seguía un peldaño por encima de todos. Encontraba ahora el apoyo de Mata. España tenía un puntito más. Xavi tiraba al palo tras errar Buffon, blandito de manos aunque luego evitó el gol de Navas. El sevillano se internó y Javi Martínez remató de espuela. ¡Porca miseria! Los penaltis se hacían inevitables. Hasta que llegó Bonucci, todos los lanzaron de fábula. Empezó Candreva a lo Panenka y Navas decidió. ¡Grande, el de los Palacios!.

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