El juicio de las víctimas de la talidomida llega 57 años después
El día de Navidad de 1956 nació una niña con malformaciones. Era hija de un trabajador de la fábrica de la compañía Grünenthal, en Alemania, yfue la primera víctima de la talidomida. Esperar 57 años es muy difícil, pero quizá lo es más aún saber que este lunes será el día que muchos esperaban para reclamar justicia.
Es el día de los afectados por la talidomida, niños nacidos en los años 50 y 60 con las extremidades cortas, malformaciones y problemas internos por un medicamento que tomaron sus madres durante el embarazo.
Hoy esos niños han crecido, muchos han muerto, y sólo unos pocos llegarán hasta esta primera meta en el Juzgado de Primera Instancia número 90 de Madrid. El lunes se celebra en la calle Princesa el juicio contra Grünenthal, la farmacéutica alemana que vendía el medicamento en España a través su filial Medinsa. Reclaman 204 millones de indemnización.
Alemania, Francia, Japón, Suiza, Italia, Australia y un sinfín de países ya han celebrado juicios y pagan indemnizaciones, a veces desde hace décadas, para vergüenza de las víctimas en España, que ahora por fin aspiran a que se les escuche. Además, confían en que tras ellos puedan ir todos los que faltan, porque ahora los demandantes son apenas 20.
Los pasos, como recordaba Pepe Riquelme, presidente de la Asociación de Víctimas de la Talidomida en España (Avite), han sido muy largos y difíciles. «Llevamos esperando 57 años. España ha sido uno de los poquísimos países donde las víctimas todavía no han cobradoindemnizaciones, cuando en Alemania, por ejemplo, en los 60 ya se celebró el juicio y se empezaron a pagar pensiones».
Rafael Basterrechea, de 48 años, ha sido uno de los cientos de afectados en España, y representa a Avite en Madrid. El pasado martes, en casa de sus padres, en Alcorcón, él y ellos recordaban todo lo que han tenido que pasar.
«Cuando nació Rafa, ningún médico nos dio una explicación de lo que había pasado. Yo llevaba un par de años tomando talidomida de vez en cuando por dolores de cabeza [esa medicina también es un fuerte sedante], pero no se me ocurrió que podría tener que ver con lo que le pasó a Rafa. Además, si un médico te dice que tomes tal medicina porque no tiene peligro, tú le haces caso», recordaba Araceli, la madre.
A su padre, también llamado Rafael, todavía se le pone la mirada triste cuando rememora todo lo que vivió con su hijo: «Por mi trabajo solíamos viajar mucho toda la familia, y vivimos en muchas ciudades. Cada vez que iba por la calle con el niño en un sitio nuevo y todo el mundo se le quedaba mirando, a mí se me caía el alma a los pies; con sus miradas no dejaban de recordarme que mi hijo tenía malformaciones».
Rafa nació con el brazo izquierdo muy corto y pegado a la espalda. Tuvieron que operarle cuando tenía dos años para despegárselo. El brazo derecho tampoco lo tiene tan largo como debería. Además, no puede doblar los codos. «No puedo hacer algo tan simple como abrocharme la camisa o peinarme», dice resignado, aunque pese a todo lleva una vida totalmente normal.
Cada vez que llegaban a una ciudad nueva sus padres le llevaban a los mejores médicos, y la respuesta siempre era la misma: «Es algo de nacimiento, es congénito». El colmo fue en Bilbao, donde un médico les propuso amputar el brazo al niño: «‘No querá tener un brazo tan pequeño cuando sea mayor, estará mejor así’, nos dijo», explica Araceli.
Hasta que finalmente llegaron a Madrid, donde les atendió el doctor Marino Palazón, que ya fue el médico de Rafa durante años. «Enseguida supo de qué se trataba; cada poco tiempo quedábamos en el hospital y me llevaban a un aula grande, donde venían muchos médicos para mirarme», contaba Rafa.
Y hay muchos afectados más en España, no se sabe cuántos, pero han sido cientos, y algunos son casos son mucho más graves que el de Rafa, como una mujer de Barcelona que nació sin brazos ni piernas.
La talidomida, que se comercializó entre otros con el nombre de Softenon, se recomendaba contra las náuseas del embarazo, pero también se prescribía para dolores. En España el caso fue mucho más sangrante que en otros países del mundo, porque mientras en Europa, por ejemplo, ya se habían descubierto sus efectos nocivos en los fetos, aquí se siguió recetando y vendiendo.
El periplo de las víctimas de Avite ha sido intenso. Para empezar,tuvieron que conseguir que el Estado les reconociera como víctimas de la talidomida, pasando exámenes médicos, presentando informes y en algunos casos incluso las recetas médicas de aquel entonces o las propias cajas del medicamento.
En España se importaron partidas de hasta 270 kilos de talidomida,que daban para unos seis millones de dosis. Aun así, la farmacéutica siempre intentó alegar que era una medicina con poca implantación en España, que casi no se había vendido...
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