VERANO | Dejó un millón de regalo a la comunidad musulmana
Las mil y una noches ibicencas de Abdulaziz
- Tres aviones privados, 80 Mercedes, un séquito de 200 personas...
- ...80.000 euros en propinas, un yate de 147 metros...
- Así son las visitas del hijo menor del fallecido rey Fahd
Una vez al año el genio de la lámpara más joven de la casa Saud abandona la guardia de los Lugares Santos para aterrizar en Ibiza con sus tres aviones dispuesto a redactar la versión más crápula de las mil y una noches.
El príncipe Abdul Aziz bin Fahd Al Saud, último hijo del fallecido Rey Fahd, hace tiempo que ha dejado de ser el adolescente más rico del planeta para metamorfosearse en el cuarentón más excéntrico de la península arábiga, afanado en la combustión de los pozos perennes de su fortuna, dejando una estela de billetes carbonizados por las calles de Londres, Nueva York, Las Vegas, Miami y afortunadamente en Ibiza
Tras la muerte del Rey Fahd, Ibiza ha ido relevando a Marbella como sede oficial de los antojos de los guardianes del oro negro más golfos y más pérsicos. Sus huellas fantásticas se aparecen como ectoplasmas, por ejemplo, en la bombonería Daskalidès, desvalijada por su séquito para cubrir el cuerpo de una mujer desnuda; o en una propina de 80.000 euros en el restaurante Lío para una cuenta de 120.000; o en un catering privado del chef italiano Walter Martino facturado por 800.000 euros, que incluía en la cubertería un caprichoso plato de oro macizo y 84 diamantes valorado en un millón de euros.
Al frente de esta santa compaña de beneficiosos excesos para la isla se encontraría el príncipe Abdul Aziz, a pesar de su presunto interés por viajar a Ibiza de incógnito, algo que no resulta nada sencillo para alguien que precisa transportar sus artículosde primera necesidad en un Boeing 777, un Boeing 737 y un Canadier Challenger, todos ellos parte de su flota particular.
Su utilitario con alas está equipado en el piso superior con dos dormitorios, tres duchas, ocho cuartos de baño con jacuzzi, un quirófano y un enorme salón; mientras que el inferior dispone de otras diez camas y dos cuartos de baño al servicio de una tripulación formada por jóvenes azafatas occidentales que han sido reclutadas en destinos tan variopintos como Suecia, Rumanía, Australia, Grecia, Croacia y los Estados Unidos.
"Lo cierto es que la mayoría de los viajes que hacemos son de placer", reconoció en The Times News la azafata estadounidense, Revenna Mashbu. En el reportaje, Mashbu explicó que su jornada laboral era de seis semanas durante 24 horas al día, y después otras seis de descanso; también que todo el servicio estaba rodeado de extremas medidas de seguridad, que el príncipe era un hombre muy generoso; y que no resulta nada sencillo trabajar para alguien que, a pesar de su riqueza e internacionalidad, solo sabe expresar sus deseos en árabe.
Nada más acabar el Ramadán, este año la segunda semana de agosto, sus aviones llegaron al paraíso mediterráneo y se sacaron de las tripas tres trailers de maletas y una flota de vehículos blindados, cuya estrella es un Rolls Royce blanco en el que el príncipe gusta de desplazarse por una isla de apenas 40 kilómetros de largo por 20 de ancho.
Cuatro de los hoteles más lujosos de Ibiza se preparan para alojar a una comitiva que oscila durante sus casi dos meses de estancia entre las 150 y las 200 personas, ocupando ocasionalmente hasta plantas enteras de los edificios, lo que ayuda a diluir la presencia del príncipe en la humareda que levantan los 15.000 miembros prácticamente inidentificables, al menos para los occidentales, que se supone conforman la familia real saudí.
Un grupo de elegidos de entre 20 y 30 personas, entre ellas el propio Abdul Aziz, se aloja en el Ibiza Gran Hotel, en plena milla de oro ibicenca, en suites de entre 800 y 4.200 euros la noche, que permanecen reservadas durante toda la estancia del príncipe en la isla, duerma o no alguien en ellas.
Propinas de 30.000 euros
«Es el propio príncipe el que decide quién duerme en cada hotel, la clase de vehículo que se le proporciona y la actividad de la que va a formar parte cada día», comenta un responsable de su servicio en la isla, pero como si hablara de las instrucciones de una psicofonía. La elección del Gran Hotel responde a la presencia en el mismo del único casino de Ibiza, en el que prácticamente cada noche el príncipe y sus invitados ponen sobre la mesa varios millones de euros en partidas infinitas, y donde se reparten propinas que pueden alcanzar los 30.000 euros por crupier. Otras noches se dejan ver por las zonas vip de alguna discoteca, que poco a poco se ha ido amoldando a los deseos y costumbres de los nuevos reyes de la isla: rusos, árabes y estadounidenses.
El séquito del príncipe, sus guardaespaldas, familiares y un círculo de amistades salpicado de miembros de dinastías de otros reinos de Oriente Medio, dispone también de una flota de entre 60 y 80 vehículos de lujo, en su mayoría Mercedes desplazados expresamente hasta Ibiza desde Alemania, con tres chóferes cada uno que los mantienen a su servicio las 24 horas al día. De haberse realizado el alquiler de esos vehículos en la isla, algo imposible ya que no existe tal cantidad de las características exigidas, el precio de cada uno de ellos rondaría los 1.000 euros diarios.
Palacio flotante
Pero a pesar del tamaño de la flota la mayor parte de sus desplazamientos se reduce al kilómetro y medio que separa su hotel del puerto deportivo de Ibiza Magna, en el que atraca el Prince Abdulaziz, un palacio flotante de 147 metros de eslora (un Santiago Bernabéu y medio), en el que se introduce en su bodega a bordo del Rolls Royce blanco para luego zarpar de inmediato en dirección a la isla de Formentera.
Fabricado en Dinamarca para su padre el Rey Fahd, el barco viene equipado con una tripulación de 66 personas, helipuerto en la proa y sistema antimisiles. Tras su botadura en 1984 el Prince Abdulaziz pasó a la historia por ser el megayate más grande del siglo XX, con un extenso currículum por los puertos más lujosos del Mediterráneo, incluyendo Mallorca, Barcelona, Mijas, Marbella y ahora Ibiza, al módico precio de 20.000 euros al día por su amarre.
Una bagatela para un joven cuya fortuna oficial incluye la mitad de la compañía de telecomunicación de Oriente Medio NBC y propiedades inmobiliarias por todo el mundo por valor de 2.000 millones de dólares. Entre estas se encuentran una mansión, ahora en venta por cien millones de libras, en la zona privilegiada de Kensington Palace Gardens (Londres). En Arabia Saudí dispone de un complejo residencial de 134 hectáreas que imita la Alhambra de Granada en Riad, una finca de tres kilómetros cuadrados en Janadriyah y varios palacios en Yeda con una veintena de casas de huéspedes cada una y atraques para yates.
También se rumorea que es propietario de una conocida mansión en Beverly Hills (California), además de un buen puñado de superyates, aparte del monstruoso Prince Abdulaziz, del que dispone ocasionalmente para sus paseos mediterráneos. Pero quienes más celebran la llegada anual del príncipe a la isla son los 9.000 miembros de la comunidad musulmana. Desde que Abdul Aziz pone un pie en la isla parte de su séquito hace una ronda por las cinco mezquitas, reclutan personal para su servicio particular, y abonan a sus imanes por adelantado los gastos de alquiler, luz y agua por todo un año.
La Casa Saud asume así, a golpe de talonario, su papel de guardianes de los lugares sagrados del islam no sólo en Arabia Saudí sino también en el resto del mundo, ganándose el favor y agradecimiento de todos ellos. Cada dos días encarga la compra de entre cuatro y cinco corderos por mezquita, que son desmenuzados e introducidos en pequeñas bolsas que cada familia se lleva a su casa tras la oración del mediodía. Además, cada viernes la Comunidad recibe unas mil bolsas con alimentos de primera necesidad como arroz, aceite, harina, garbanzos, judías, lentejas, salsa de tomate y cacao en polvo.
"La mayoría somos trabajadores de Marruecos y Argelia que llegamos a la isla en el periodo de bonanza de la construcción y ahora hay muchos que lo están pasando muy mal", explica el ex tesorero del Centro Islámico de Ibiza Abdelhak Dikki Khama.
El príncipe también pone en marcha un sistema de donaciones particulares de entre 500 y 2.000 euros que al final de su estancia puede rondar el millón de euros. "Antes colocaban mesas a las puertas de las mezquitas, pero ahora cada particular tiene que acercarse por su cuenta al puerto y dejarle una carta con la petición en el barco o a sus secretarios, que incluya documentos o facturas, y al día siguiente alguien del entorno del príncipe se pone en contacto con él y le da el dinero en efectivo", explica Abdelhak Dikki.
En 2011, recuerda el ex tesorero, una mujer que debía ser sometida a una importante operación en Barcelona que no se podía financiar recibió 25.000 euros del príncipe.
El príncipe parece decidido a seguir cubriendo las necesidades de esta Comunidad hispano musulmana apadrinada por su padre, mientras ejerce como ministro de un país que conserva los preceptos islámicos más rigurosos del planeta, demasiado
Curiosamente no todos sus invitados viajan con él en su barco. Esta temporada se están viendo hasta otras cinco embarcaciones de lujo navegando junto al Prince Abdulaziz, alquiladas expresamente para que sus amigos, suponemos, dispongan de la intimidad que quizá no les proporciona el transatlántico yate real.
Su zona diaria de fondeo se ubica frente al islote de S’Espalmador y, una vez allí, arranca un constante trajín de zodiacs entre las embarcaciones, y también en dirección al restaurante Juan y Andrea, uno de los más reconocidos de la playa de Illetas, especializado en pescados y arroces, quedando la mitad reservado casi a diario para sus invitados.
Una lluvia de petrodólares que riegan Ibiza en verano en el nombre de Alá.
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