ASÍ SOMOS | 'LA VALENCIA DE AYER'
Un tesoro con medio siglo
El edificio se levantó sobre un solar cedido por el ayuntamiento y costó 52 millones de pesetas procedentes en parte de inversiones de Madrid
Parece que fue ayer, pero hoy se cumplen 50 años de la inauguración del edificio de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia, en Blasco Ibáñez. Una construcción que, cuando volvemos la vista atrás, resulta ser una pequeña joya de la arquitectura del siglo XX, obra del maestro Fernando Moreno Barberá.
En los últimos meses había dudas, desde luego infundadas, sobre el grado de protección urbanística que se confiere a los edificios que integran el patrimonio de la Universitat de Valencia, donde hay edificios, históricos y contemporáneos, de notable valor arquitectónico. El de Derecho fue inaugurado el 10 de octubre de 1963 por el ministro de Educación, Manuel Lora Tamayo, en un acto solemne destinado a abrir el curso académico en Valencia.
La Facultad que entonces fue de Derecho está destinada hoy a Filosofía y Ciencias de la Educación. Pero su presencia vino a suponer, para la Universidad y para Valencia entera, un estimulante salto cualitativo. Después de los daños que la riada de 1957 causó, también a la Universidad, confinada en el edificio de la calle de la Nave y no mucho más, había llegado la hora de un salto ambicioso. Dado que crecía la demanda de estudios universitarios y Valencia aspiraba a modernizarse, el alcalde, Rincón de Arellano, y el rector, José Corts Grau, empujaron con fortuna en Madrid y lograron interesantes inversiones universitarias.
El entonces llamado Paseo al Mar era el lugar más adecuado. Amplio, ajardinado, espacioso, respondía al ideal de ciudad y era un punto propicio para el nacimiento de un moderno campus. A las facultades de Medicina y Ciencias, al Hospital Clínico, la Escuela de Comercio y el Colegio Mayor Luis Vives, se unía ahora la Facultad de Derecho, a la espera de la Escuela de Ingenieros Agrónomos y la Facultad de Filosofía y Letras. El conjunto «constituye una auténtica ciudad universitaria, cuya valoración no solo hay que medirla desde el punto de vista docente, sino también desde el ángulo urbanístico», reflexionaba el Boletín de Información Municipal (BIM).
El edificio de la Facultad de Derecho se levantó sobre un solar cedido por el Ayuntamiento y costó 52 millones de pesetas, «incluidos en los 150 millones de ayuda que recibió en su día la Junta de Obras de la Universidad». Pero el BIM lo que destacaba era la personalidad del arquitecto autor del proyecto, «don Fernando Moreno Barberá -autor también de la transformación del histórico Hostal de los Reyes Católicos en un moderno hotel- ha reunido los más avanzados medios de expresión arquitectónica, resueltos además con funcionalidad y belleza».
La 'Guía de Arquitectura de Valencia', exigente publicación moderna del Colegio de Arquitectos, coincide con este dictamen: la obra de Moreno Barberá aúna elegancia formal y eficacia. El edificio -dice esta guía- «es un auténtico ejemplo de artesana modernidad de raíz europea asentada en los años treinta y cuarenta, pero ya pasada por el tamiz norteamericano o por las interpretaciones mejicanas, venezolanas o brasileñas de Le Corbusier».
El conjunto que se inauguró en 1963, después de tres años de obras, se articula en torno a un edificio de ocho plantas que destaca por su amplio vestíbulo. Cientos de estudiantes recuerdan ese lugar que, más allá de su función de distribuidor, ha albergado, en 50 años, cientos de actos: asambleas, concentraciones, conciertos. y también duelos, como el que siguió, por poner un ejemplo trágico, al asesinato del ilustre catedrático Manuel Broseta.
El decanato se encuentra en la parte alta del edificio principal, salas de juntas y de profesores, junto con 14 aulas para seminarios. En la planta baja, el Aula Magna de 300 plazas, más la sala de lectura, oficinas y cafetería, junto con seis aulas diseñadas para 750 alumnos. Todo con un característico jardín, próximo al Paseo. Además son destacables los murales de cerámica, en la facha e interiores, obras de Javier Calvo. Todos se refieren a la Justicia, tanto humana como divina; destaca el dedicado al Tribunal de las Aguas.
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