Es un empresario de éxito. La compañía de supermercados creada hace más de 30 años en Valencia es ahora el líder de la distribución nacional. La fama y los elogios rodean a su fundador Juan Roig. Sus escasas intervenciones públicas son escrutadas como si se tratara de un oráculo. El acierto de su modelo comercial (Siempre Precios Bajos), inspirado en el gigante Wal Mart, le ha permitido sortear la crisis y catapultarse al ranking de los más ricos del país en sólo un par de años. Sólo el gallego Amancio Ortega le hace sombra.
Esta semana, la revista Forbes publicó por primera vez una clasificación de ricos made in Spain. Más allá del primer puesto, copado desde hace tiempo por el creador de Zara, la mayor novedad pasa por Juan Roig. Aunque su nombre apareció por primera vez en los ranking de la edición estadounidense en 2011, cuando Mercadona ya arrasaba la península con sus productos estrella (HacendadoDeliplus…), esta vez el principal reconocimiento recae en el empresario valenciano, al que atribuye una fortuna de 5.800 millones.
Su condición de multimillonario es fruto del éxito cosechado con Mercadona. La meteórica ascensión, consolidada precisamente en pleno periodo de crisis, cuando el resto de competidores, incluidos gigantes como El Corte Inglés o Carrefour, siguen sufriendo para adaptarse a los cambios, le ha convertido también en el rival a batir por todos. Incluso por los grandes de la industria del consumo, como UnileverNestlè o Procter & Gamble, que han visto cómo sus marcas blancas han dejado sin hueco a sus productos en los lineales de las 1.400 tiendas de la cadena de supermercados valenciana.
Juan roig con su mujer e hijas. La gloria de Juan Roig cada vez despierta menos simpatías. Sobre todo entre los de su gremio. Hace dos semanas, el empresario participó en el foro de AECOC, la feria nacional más importante que celebra anualmente la industria del gran consumo. Esta vez tuvo lugar en Valencia, tierra natal y epicentro del fenómeno Mercadona, de manera que su participación era uno de los platos fuertes del congreso. Y como era de esperar, sus palabras no dejaron indiferente a nadie, aunque una parte de su discurso (calidad, servicio, precios) comienza a ser moneda de uso común en sus intervenciones.
¿Falsa modestia?
Aunque jugaba en casa, en lugar de sacar pecho, Roig aprovechó la ocasión para reconocer los errores estratégicos cometidos durante este tiempo (la gestión de los productos frescos y el brusco cambio de modelo comercial de 2008). Un mea culpa público que a más de uno le sonó a falsa modestia. La arrogancia de líder, apostillan otros. Tal es así, que proveedores y rivales comparten esperanzas respecto al fracaso de Mercadona en su intento por llevar el sector primario (pescados, carnes, frutas y verduras) directo al supermercado, sin el papel de intermediarios logísticos ni mayoristas. Su posición de poder y su influencia política y mediática es denunciada por colectivos por ser la base de posibles incumplimientos sociales y laborales como es la cuota de integración de la discapacidad del 2% en una empresa que supera los 70.000  empleados.
Nadie cuestiona en público las bondades del formato de éxito que representa Mercadona. De puertas adentro, sin embargo, la supremacía de Roig, con una cuota del mercado nacional de la distribución del 21%, ha dejado de convertirle en un empresario amable. Tampoco para algunos colectivos agrícolas, que aprecian en su condición de multimillonario un aprovechamiento sobre los eslabones más débiles que participan en la industria agroalimentaria. Y es que en el peor año de consumo (2012) desde el comienzo de la crisis, la cadena de supermercados batió su record de facturación y beneficios.
Hace unos años, cuando las intervenciones de Roig destilaban un aire renovador, como cuando alertó de la profundidad de la crisis, la opinión pública descubrió a un empresario poco palaciego y políticamente incorrecto. Sin embargo, a medida que su cuenta de resultados ha ido engordando, pronunciamientos posteriores, como el llamamiento a trabajar como chinos, han ido cuarteando su imagen de líder y patrón ideal. Tal vez por ello, consciente de que su condición de rico puede resultar negativa, el fundador de Mercadona es desde hace poco un mecenas de emprendedores.