Guerra en Feria Valencia
La velocidad en la salida de Catalá no ha evitado intrigas sobre la duración del mandato de su sucesor
Una de las grandes virtudes del sorprendente y veloz relevo en la presidencia de Feria Valencia consumado en el comité ejecutivo del pasado miércoles es que, ejecutado así, ha impedido que se abriera una batalla empresarial. Pese a todo, ha sido inevitable que se produjeran algunos conatos y que, a cuenta de ellos, quedaran en evidencia las relaciones de poder -y los desencuentros más o menos velados- en el mundo de los patronos. Tras catorce años en el cargo, Alberto Catalá ha decidido dimitir para dedicarse en pleno a su empresa textil, que atraviesa dificultades, dos años antes de finalizar su mandato. Lo comunicó al presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, y a la alcaldesa de Valencia y presidenta del patronato ferial, Rita Barberá. Su sucesor en esta coyuntura parecía cantado: el vicepresidente segundo de la institución, José Vicente González. Era el relevo natural porque la feria la preside un empresario -el vicepresidente primero es el teniente de alcalde Alfonso Grau- y porque el propio González pactó en 2011 la continuidad de Catalá a cambio de un desembarco en toda regla de los hombres de la patronal en los órganos de gobierno y gestión de la Feria, en un intento de cortar de raíz las prácticas más bien irregulares de la etapa anterior y de propiciar un cambio de rumbo a una institución mortecina por la pérdida de negocio, su abultada deuda y la necesidad de sacar partido a un recinto nuevo y mastodóntico. El ejemplo más claro fue el nombramiento como director general de Enrique Soto, quien hasta ese febrero de 2012 había sido secretario general de la patronal CEV, a las órdenes de González hasta que este cedió en diciembre de 2011 la presidencia a Salvador Navarro tras ser elegido máximo dirigente de la autonómica Cierval.
Esa toma de control había tenido un precedente en la Cámara, cuando en junio de 2010 José Vicente Morata sucedió a Arturo Virosque y los hombres de la patronal también coparon el comité ejecutivo. El dato es relevante porque la Cámara -no la CEV ni la Cierval, formalmente- es una de las tres entidades que tutela la Feria y nombra a sus directivos, junto a la Generalitat y el Ayuntamiento. Su presidente, sin embargo, apenas ha tenido nada que ver en el relevo de Catalá. Tan es así que, a pesar de que González tuvo claro desde el principio que permanecería en el cargo hasta que finalice el mandato actual en diciembre de 2015 y que lo compaginará con el de Cierval, Morata aprovechó los apenas dos días que transcurrieron entre que trascendió la dimisión de Catalá y el nombramiento de González para sembrar entre los empresarios que le escucharon la idea de que este debía estar en el cargo solo unos meses, el tiempo justo para desbloquear las negociaciones con la Generalitat que aclaren el futuro de la Feria y para buscar por consenso un nuevo candidato.
Las fuentes consultadas no dudan en afirmar que esa figura de consenso en la que estaba pensando Morata era él mismo, que ve cómo la cámara languidece por falta de recursos, que es "de la cuerda de Rita y del PP y también manejable por estos; todo lo contrario que González" y que, pese a todos los problemas, observa en la Feria una plataforma de proyección, sobre todo si supera sus actuales apuros. A las intrigas de Morata se les ha querido dar otra interpretación, además contradictoria. Ya no se trataría de optar por la presidencia ferial impidiendo que González se perpetúe, sino de una alianza entre la Cámara y la CEV, es decir, Morata y Navarro, para desbancar a González de Cierval. Las fuentes consultadas consideran disparatada esta hipótesis. Es cierto que patronal y Cámara negocian cómo se reparten los servicios empresariales ante la nueva ley autonómica, pero "no hay alianza, solo la voluntad de pactar ese asunto". También es cierto que las relaciones entre la CEV y Cierval no están presididas por la total sintonía de hace dos años, pero la lealtad entre ambas se mantiene y siguen en la misma línea. Otra cosa es que Morata tratara de aprovechar esa tesitura para debilitar la posición de González en la Feria. Sea como fuere, al término del comité ferial, González compareció escoltado por Morata y Navarro para visualizar la unidad empresarial.
Esa toma de control había tenido un precedente en la Cámara, cuando en junio de 2010 José Vicente Morata sucedió a Arturo Virosque y los hombres de la patronal también coparon el comité ejecutivo. El dato es relevante porque la Cámara -no la CEV ni la Cierval, formalmente- es una de las tres entidades que tutela la Feria y nombra a sus directivos, junto a la Generalitat y el Ayuntamiento. Su presidente, sin embargo, apenas ha tenido nada que ver en el relevo de Catalá. Tan es así que, a pesar de que González tuvo claro desde el principio que permanecería en el cargo hasta que finalice el mandato actual en diciembre de 2015 y que lo compaginará con el de Cierval, Morata aprovechó los apenas dos días que transcurrieron entre que trascendió la dimisión de Catalá y el nombramiento de González para sembrar entre los empresarios que le escucharon la idea de que este debía estar en el cargo solo unos meses, el tiempo justo para desbloquear las negociaciones con la Generalitat que aclaren el futuro de la Feria y para buscar por consenso un nuevo candidato.
Las fuentes consultadas no dudan en afirmar que esa figura de consenso en la que estaba pensando Morata era él mismo, que ve cómo la cámara languidece por falta de recursos, que es "de la cuerda de Rita y del PP y también manejable por estos; todo lo contrario que González" y que, pese a todos los problemas, observa en la Feria una plataforma de proyección, sobre todo si supera sus actuales apuros. A las intrigas de Morata se les ha querido dar otra interpretación, además contradictoria. Ya no se trataría de optar por la presidencia ferial impidiendo que González se perpetúe, sino de una alianza entre la Cámara y la CEV, es decir, Morata y Navarro, para desbancar a González de Cierval. Las fuentes consultadas consideran disparatada esta hipótesis. Es cierto que patronal y Cámara negocian cómo se reparten los servicios empresariales ante la nueva ley autonómica, pero "no hay alianza, solo la voluntad de pactar ese asunto". También es cierto que las relaciones entre la CEV y Cierval no están presididas por la total sintonía de hace dos años, pero la lealtad entre ambas se mantiene y siguen en la misma línea. Otra cosa es que Morata tratara de aprovechar esa tesitura para debilitar la posición de González en la Feria. Sea como fuere, al término del comité ferial, González compareció escoltado por Morata y Navarro para visualizar la unidad empresarial.
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