sábado, 2 de noviembre de 2013

Las dietas bajas en hidratos, un peligro para la salud


Las dietas bajas en hidratos, un peligro para la salud

Se denominan cetogénicas y aumentan el colesterol, el ácido úrico, el riesgo de padecer gota, cálculos renales y la ateroesclerosis

Las dietas bajas en hidratos, un peligro para la salud
Un estudio reciente realizado en la Universidad de Oslo (Noruega) afirma que las dietas bajas en hidratos de carbono producen un aumento de los niveles de colesterol en sangre.
Los regímenes analizados no solo se caracterizan por esta deficiencia, sino por ser ricos en grasas y proteínas, por lo que aumentan de forma considerable los niveles de colesterol total y de LDL en mujeres sanas con normopeso, dando lugar a un impacto negativo en su perfil de riesgo cardiovascular.
Según explica la doctora Beatriz Navia, profesora titular del Departamento de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid y portavoz de la campaña ‘Pan cada día’, este tipo de dieta se corresponde con las denominadas dietas cetogénicas, en las cuales se reduce el contenido en hidratos de carbono, a la vez que se aumenta, de forma proporcional, el aporte de proteínas, y especialmente el de grasas, para compensar la disminución de los hidratos de carbono.
En este tipo de dietas, se consumen, casi de forma exclusiva, carnes rojas, embutidos, pescados, quesos, huevos y grasas diversas, dejando un mínimo consumo de frutas y verduras y quedando prohibidos alimentos como el pan, la pasta, el arroz, las legumbres, la leche o el azúcar.
La doctora indica que hay que tener en cuenta que el perfil calórico aconsejado en una dieta equilibrada incluye un 10-15 por ciento de la energía total en forma de proteínas, un 20-35 por ciento en forma de grasas y más del 50 en forma de hidratos de carbono, por lo que, los cereales (pan, pasta, arroz…) y las legumbres, alimentos con un alto contenido en carbohidratos, deben constituir la base de la alimentación.
¿Por qué son perjudiciales las dietas cetogénicas?
«Las dietas cetogénicas se vienen empleando desde hace décadas con el fin de perder peso y, si bien es cierto que, conducen a una bajada del mismo, presentan múltiples efectos negativos en la salud, por lo que no son dietas recomendables para adelgazar», explica la doctora Navia.
A diferencia de una dieta hipocalórica equilibrada, con un bajo contenido en grasas, las dietas cetogénicas generan una exagerada movilización proteica-lipídica, una pérdida importante de masa magra y un aumento de los niveles de ácido úrico, lo que incrementa el riesgo de sufrir gota o cálculos renales.
Además, al ser ricas en grasas saturadas y colesterol, aumentan el riesgo aterosclerótico, tal y como se ha demostrado en el estudio.
Igualmente, este tipo de dietas provoca la movilización del calcio óseo, favoreciendo la aparición de osteoporosis, y pueden conducir al ser bajas en fibra al padecimiento de estreñimiento severo.
También, y al eliminar los alimentos ricos en carbohidratos, que contienen determinadas vitaminas y minerales, pueden ocasionar deficiencias de algunos micronutrientes.
Aunque la reducción de peso que se produce con este tipo de dietas parece ser importante durante los tres y los seis primeros meses de tratamiento, las diferencias que pueden existir con una dieta hipocalórica convencional baja en grasas se pierden a partir de los doce meses de su seguimiento, por lo que, a largo plazo, tampoco representan una ventaja en este sentido.
Una dieta hipocalórica convencional, variada (que incluya todos los alimentos) y equilibrada, con una cantidad adecuada de proteínas, grasas e hidratos de carbono, en la que se reduzcan las raciones consumidas, pero se mantengan las proporciones, acompañada de ejercicio físico, es la forma más saludable para perder peso.

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