sábado, 15 de febrero de 2014

Iñaki Urdangarin: aislado y sin blanca en Ginebra

Tras la declaración de la Infanta

Iñaki Urdangarin: aislado y sin blanca en Ginebra

  • El marido de la Infanta está arruinado, según su círculo cercano

  • Diego Torres no tiene dinero para la calefacción y vive recluido


Agotado, desacreditado y arruinado. El duque de Palma (46) vive aislado en Ginebra (Suiza) con la garganta atragantada por la melancolía. Han sido meses duros, de profundo desgaste, y las consecuencias empiezan a ser visibles ya no sólo físicamente. Así lo cuentan desde el círculo íntimo de Iñaki Urdangarin, quienes empiezan a estar más preocupados que nunca porque son demasiadas las adversidades a las que se enfrenta el yerno real. Y psicológicamente ya no tiene aguante.
A lo que más temen, y es algo que dan casi por seguro, es que entre en prisión. «Será un mes, serán dos meses, años incluso, pero tiene bastante claro que no lo podrá evitar, sobre todo si tenemos en cuenta las informaciones que señalan que el fiscal estudia pedir de diez a 19 años de cárcel», dice a LOC un hombre del círculo del duque. «Entrar en prisión le hundirá para siempre. ¿Con qué cara vivirá con sus hijos y su mujer? Sin pensar claro, en su familia política».
Esta semana se hizo público que el fiscal Anticorrupción, Pedro Horrach, ya ha elaborado un borrador de su escrito de acusación en el que podría llegar a pedir hasta 19 años de cárcel para Urdangarin, un supuesto que deja en muy mal lugar las posibilidades del marido de la Infanta Cristina. Porque además, en las mismas informaciones, se señalaba que Horrach se plantearía, como mínimo, pedir una pena de 10 años de prisión.
Los delitos de los que se les acusaría son malversación, prevaricación, falsedad documental, fraude a la Administración y dos delitos fiscales. Para Diego Torres, en cambio, estudia pedir menos pena de prisión: 17 años. Sin embargo, los abogados de las partes aseguran que no han recibido notificación alguna. Todos los bienes del duque fueron embargados por el juez Castro, al no haber pagado la fianza de más de seis millones de euros impuesta a él y a su ex socio.

El duque caído

La casa de Pedralbes, varios pisos y plazas de garaje en Mallorca y Terrassa (Barcelona) entraron dentro de ese paquete con el que Urdangarin contaba para salir de un apuro. Pero una vez embargados, sus pertenencias ya no se pueden vender, ni siquiera el palacete, cuya propiedad comparte con la infanta Cristina al 50%. «La preocupación se ha acrecentado, además, después de ver cómo la Infanta ha sabido testificar tan bien, asegurando que nada sabía de los tejemanejes de su marido», indica esta fuente, «parece claro que a ella no le pasará nada, no le puede pasar nada, en cambio Iñaki... puede que termine llevándose todas las culpas».
«Lo que más teme es entrar en la cárcel. Sabe que no podrá evitarla. El fiscal pide de 10 a 19 años»
Esta situación extrema ha afectado psicológicamente a Urdangarin. «Su única obsesión desde que empezó con Cristina era no ser un florero. 'No quiero ser como el duque de Lugo', repetía insistentemente, y ahora lo ves en una situación mucho peor que la de Marichalar en su tiempo». Señalan estas mismas fuentes que «el empeño del ex deportista desde que se casó con la Infanta era hacerse rico para demostrarle a su mujer que su marido era un hombre preparado, con recursos».
Así que ahora, «totalmente arruinado», según señalan a LOC, el duque se siente desesperado. Además, «dudamos mucho de que la Casa Real vaya a ayudarle, no pueden hacerlo, y su mujer parece ser que está bastante cansada de esta situación...». No hablan de ruptura en el matrimonio, ni mucho menos, pero sí apuntan un desgaste, «un desgaste importante».
Uno de los motivos por los que ven que será difícil que Urdangarin se recupere es por su casi imposible encaje en el mundo laboral.«Dependerá económicamente de su mujer durante mucho tiempo», dicen, «y eso él no lo soportará bien». ¿Culpables? «Bueno, la batalla en la que se enfrascó con su ex socio no ha sido buena para él», admiten, «se han echado demasiada porquería encima entre ellos y ahora, cuando toca luchar por un mismo objetivo, se encuentran que no hay posibilidad de pacto». Ambas partes han quemado la tierra con sus disputas y ahora, que en el momento en el que hay que presentarse ante el juez, en lugar de hacerlo de la mano, lo harán cada uno por su parte y con demasiada información sobre la mesa.
Y si el duque sufre, desde el otro lado la situación es incluso peor. Diego Torres, ex socio de Urdangarin, ha sido repudiado por todos y rehacer su vida será, cuando menos, difícil. Pero además, su mujer, Ana María Tejeiro, sigue imputada, por lo que la familia al completo se ha convertido en unos parias. Y arruinados, ya que no pueden ni poner la calefacción en casa. «Mientras, los Urdangarin seguirán comiendo caviar», lamentan desde el círculo de Torres. Nada más lejos de la realidad en este momento. «Urdangarin no tiene ni un duro», confirma otro amigo -uno de los que ya no se ven con asiduidad con el duque aunque mantiene contacto con sus amigos-, «y sí, claro que están preocupadísimos, pero es que Iñaki se ha comportado como un ambicioso desde que le conozco, cuando tenía 18 años, es un tío sin escrúpulos, con ganas de triunfar a cualquier precio», critica este antiguo amigo, «y aquí lo tienes, se ha portado mal con tanta gente, que ahora entiendo que esté solo, es lo que se merece».

'Sentía complejo de inferioridad'

La relación que ha mantenido siempre con la Infanta es de «cierto complejo de inferioridad», ante ella y sus amigos, «ante lo más 'high' de la sociedad, Iñaki se sentía incómodo y quería demostrar que era como ellos, por eso llegó tan lejos». El juez Castro puede tardar unas dos semanas en cerrar la instrucción. Llegará entonces la hora de la verdad, momento al que los dos protagonistas llegan muy tocados tanto física como psicológicamente.
Diego Torres, socio del duque, no tiene dinero ni para poner la calefacción. Vive parapetado en su casa
Porque el ex socio de Urdangarin sigue el mismo camino. Pasto de los paparazzi, que lo vigilan en todo momento, Diego Torres vive recluido en su gran casa, convertida ahora en una jaula de oro. Cambió a sus hijos de colegio el curso pasado, cuando todo este infierno personal empezó, para evitarles el sufrimiento. Como los hijos de la Infanta Cristina, los de Torres se habían convertido en la diana perfecta de las crueldades de sus compañeros.
Torres se compró la casa en la que vive, un chalé en Sant Cugat del Vallès -ciudad dormitorio de Barcelona- cuando todo les iban muy bien. Pero necesitó ayuda y, paradójicamente, la logró de los duques de Palma. Por aquel entonces eran amigos, las parejas salían a cenar y, cuando llegó el momento de pagar los 1,2, millones que costaba el inmueble, los duques les dejaron prestados unos 450.000 euros que fueron devueltos al poco tiempo.

Falta de liquidez

El gesto es, no obstante, indicativo de varias cosas. De la confianza que existía entre ambas parejas, por supuesto, pero también de la falta de liquidez de Torres, quien ahora vive las consecuencias de no tener ahorros ni múltiples propiedades. Atrapados en una realidad claustrofóbica, la mujer y los dos hijos de Torres -un chico deportista y una chica alegre y guapa como la madre- sufren en primera persona todo lo que le sucede a su padre. «Ellos no se pueden ir a Suiza, ni mucho menos ir a esquiar a los Alpes, ellos viven recluidos en su casa, sin posibilidad de resarcirse. ¡A ver quién le da un trabajo a Torres! ¿De qué esperan que viva esa familia?».
Cuando estalló el caso, «Urdangarin y Torres se vieron enfrentados entre sí por las circunstancias», comenta una fuente cercana al ex socio del duque. «Pero fue el abogado de Urdangarin [Mario Pascual Vives] quien provocó una guerra entre ambas partes que ha terminado con dos heridos casi de muerte».
La imputación de la mujer de Torres, se ha dicho muchas veces, fue una obcecación de Pascual, quien enrabió a la otra parte y provocó que algunos de las decenas de miles de mails que albergaban los ordenadores de Noós hayan salido a la luz. Durante años, los servicios secretos, según ha declarado Torres ante el juez, se personaban en la oficinas de Nóos para hacer una copia de seguridad de los ordenadores. Cuando comenzó el caso, los discos duros fueron borrados, aunque se ha podido recuperar parte de los archivos. Estos mismos que tanto daño han hecho a la imagen pública del duque de Palma.
¿Ha valido la pena la batalla? Viendo los resultados en los dos frentes, seguramente no. Ni Urdangarin ni Torres han vencido. Porque como en todas las guerras, incluso el bando ganador sale perdiendo.Las guerras cansan, desacreditan y arruinan.

Enemigos íntimos

DIEGO TORRES E IÑAKI URDANGARIN cruzaron sus caminos en ESADE, donde Torres llevaba 12 años como profesor asociado del departamento de Política y Empresa y Urdangarin cursaba el máster de Business Administration. Ambos conectaron tan rápido que en 2003 se unieron para relanzar el Instituto Nóos -creado por Torres en 1999- aprovechando la red de contactos del duque. El marido de la Infanta Cristina se aupó a la presidencia de una sociedad supuestamente sin ánimo de lucro y Torres ocupó el cargo de vicepresidente. Comenzaron una lucrativa andadura hasta el punto de que Nóos facturó 16 millones de euros entre 2002 y 2010, según estimó Hacienda. Eran tiempos felices para Torres y Urdangarin, que compartían intereses y confidencias más allá de lo profesional. Su sintonía duraría hasta que ELMUNDO destapara el escándalo y el juez Castro decidiese investigar las actividades de Nóos. Fue entonces cuando el yerno del Rey acusó a Torres de ser el cerebro de la trama. Su socio no se quedaría atrás y contraatacó con emails bomba que les convirtió en enemigos íntimos.

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