El deporte se empieza a cansar de que la política utilice de manera constante cualquier foro para buscar reivindicaciones como en este caso la de la independencia catalana. Sin el protagonismo de anteriores ocasiones, los pitidos al himno y a Su Majestad el Rey don Juan Carlos parece que ya forman parte de los partidos de fútbol como 'Manolo el del Bombo' de los choques de la selección. Además, para la ocasión, la Federación decidió 'tapar' los dos fondos con una pancarta que no impedía que aparecieran los silbidos, pero sí muchas enseñas independentistas o banderas republicanas que se encontraba en el fondo azulgrana.
Al margen de los gritos al himno, equilibrados con el ya famoso tarareo de una canción sin letra, la verdadera pitada de la noche se la llevó Artur Mascuando apareció por Mestalla. Lo hizo rodeado de siete coches y lo cierto es que llegó al interior del estadio calentito por los gritos e insultos de aquellas que acudieron a la puerta del palco a llevarse algún que otro empujón de la policía, en una zona sin control alguno.
En ese desbarajuste en el que se convirtió la entrada de la zona de honor fue Rita Barberá la que no supo estar a la altura. Su llegada al estadio estuvo acompañada de gritos, protestas, pero un ciudadano quiso ir más allá y a cinco metros de la alcaldesa de Valencia empezó a gritar: "Menos robar y más para el pueblo". Al principio decidió pasar del individuo, pero de repente Barberá decidió acercarse, a la vez que un policía hacía lo propio."Deténgale", inquirió la alcaldesa. El agente tuvo más mano izquierda einvitó al indignado a marcharse por donde había venido.
Barcelona - real madridBarcelona - real madrid
Con el partido empezado y el himno ya olvidado, los gritos ajenos al fútbol sólo llegaron en el minuto 17 de la primera parte. Los azulgranas gritaron 'independencia', mientras que los madridistas 'Viva España'. Todo muy propio. Lo curioso es que en la segunda parte, los gritos que piden la libertad para el pueblo catalán pasaron a mejor vida. El motivo, que el Barcelona perdía y tocaba sufrir y estar pendiente de lo que pasaba sobre el césped.
La conclusión que deben sacar todos aquellos que se sirven del fútbol o del deporte es que, al final, la gente que acude a los espectáculos deportivos van a eso, a disfrutar. Han conseguido que los pitidos al himno pasen a formar parte de la final de Copa sin más. El impacto social ya es historia, el desgaste del mensaje político, mucho mayor. Y es que en Mestalla importó el fútbol por encima de otras circunstancias.