Valencia | 5 | 1 | Málaga |
Vendaval valencianista
El Valencia noquea al Málaga con placidez tras anotar cuatro goles en seis minutos - Los de Valverde igualan la diferencia de goles con los andaluces y toman impulso para el decisivo duelo ante la Real Sociedad la próxima semana.
Hacía tiempo que los viejos cimientos del estadio de Mestalla no soportaban tanta felicidad. Por primera vez en la temporada, el coliseo valencianista vibró con su equipo, y lo hizo gracias a una primera parte de locura futbolística, en la que el Valencia solventó su primera final por la Liga de Campeones con la autoridad que requería la ocasión. Con la tensión competitiva de sus buenos tiempos, el conjunto blanquinegro desnudó al Málaga de Pellegrini en cinco minutos. Los andaluces, uno de los conjuntos más sólidos en defensa de la categoría, sufrieron una hemorragia de goles que desató la euforia en la grada. Una orgía goleadora que borró de un plumazo todos los problemas sociales del valencianismo. Ayer el fútbol se reencontró con el Valencia, justo a tiempo para afrontar la recta final de la carrera por la cuarta plaza en la Liga.
Frenesí goleador
El de anoche fue en un duelo de alto voltaje, en el que desde la primera jugada saltaron chispas en cada encontronazo. El ataque valencianista se adueñó del partido en los primeros compases, en gran medida por el acertado planteamiento de Ernesto Valverde: Se acabaron los extremos. Dos atacantes con inercia al juego interior y con capacidad goleadora, como Canales y Jonas, partieron desde las alas para asociarse con un Banega que se ha multiplicado en las últimos jornadas. Delante, Soldado esperaba su ocasión, hambriento de balones. No tardaron en llegar, y a los 25 minutos, Parejo recogió una dejada de Éver en la frontal para conducir, con algo de fortuna, el esférico hasta el interior del área. El cuero rodó, incomprensiblemente, por la espalda de Camacho y quedó en franqueza para que el de Coslada resolviera ante un batido Willy Caballero. Era el primer golpe del combate, el más doloroso para el Málaga, inoperante en la faceta ofensiva, donde Rami y Mathieu empequeñecieron, aún más, a un Saviola desasistido por Isco.
Sin tiempo para la tregua, Cissokho completó una jugada personal soñada por todos los laterales zurdos del mundo. Superó por velocidad a dos defensores malaguistas y tras recorrer el campo rival, llegó a la línea de fondo. Paciente, levantó la cabeza para colocar un centro preciso a los pies de Soldado, encantado de remachar a la red para finiquitar la jugada. El equipo celebró el tanto con una piña alrededor del galo, abrumado por el reconocimiento de sus compañeros.
Entonces, el Málaga se evaporó del terreno de juego y sin apenas resistencia, el Valencia volvió a llegar al área nada más sacar de centro los blanquiazules. Demichelis derribó primero a Soldado y después a Banega dentro del área. La acumulación de penaltis convenció a Teixeira Vitienes, que señaló la pena máxima. No falló Soldado. 3-0 en la primera media hora de partido para sorpresa de la desconcertada parroquia. Pero la gente, como en los buenos recitales, pedía más. Sólo unos segundos después, Jonas aprovechó los continuos despistes de los jugadores rivales, totalmente noqueados, para sacar uno de sus potentes disparos. Caballero rechazó en primera instancia, pero un oportuno Canales apareció en el segundo palo para empujar el balón al fondo de la red. Cuatro goles en seis minutos para sorprender a los más optimistas.
Se va Canales y gol de Baptista
Antes del descanso, sólo dos circunstancias enfriaron el ambiente en Mestalla. Canales, con problemas musculares tuvo que retirarse antes de tiempo, con la incógnita de si podrá estar al cien por cien para Anoeta. Poco después, Baptista se inventaba un golazo al ejecutar de forma magistral un libre directo propiciado por un despiste de Joao Pereira. El luso cometió una falta inocente en el tiempo añadido, para enfado de Valverde. La «Bestia» desenfundó su pierna derecha para dibujar un golazo que manchaba la mejor primera parte del Valencia en lo que va de año.
La segunda parte arrancó con un único objetivo, el de recuperar la diferencia de goles, perdida en La Rosaleda en la primera vuelta. Una meta que se hizo realidad tan sólo diez minutos después de la reanudación, cuando Éver Banega, inspirado toda la noche, se atrevió con una jugada individual desde la parte izquierda que terminó con dos defensas en el suelo y un inapelable latigazo que se coló en la portería rival. Quedaba más de media hora antes de llegar al final, pero el equipo de Valverde ya había puesto el colofón a una velada formidable.
Con el marcador resuelto, comenzó a jugarse el partido de Anoeta. Se dosificaron los esfuerzos y los futbolistas con problemas físicos, como Albelda, pidieron el cambio. El Málaga se redujo a un convidado de piedra en la fiesta de la afición valencianista, que puso en marcha, la ola mejicana. Con ella se propagó por el estadio la alegría que deja un triunfo plácido ante uno de los grandes rivales por el objetivo final.
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