«El valenciano debe dejar atrás el 'meninfotisme'»
La filósofa Adela Cortina lamenta que la sociedad y la clase política hayan olvidado el valor del esfuerzo y la cultura de la honradez y la verdad
El Club de Encuentro Manuel Broseta cierra temporada este lunes con una conferencia de la catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universitat de València Adela Cortina (Valencia, 1947), que acaba de publicar el libro '¿Para qué sirve realmente la ética?' (Paidós).
-¿Es posible la ética en tiempos de crisis? ¿Está presente en la sociedad actual?
-No sólo es posible sino que es necesaria. A veces nos preocupamos de lo urgente y olvidamos lo importante. Sí que está presente, pero es cierto que hay un abismo entre las declaraciones y lo que luego realizamos en la vida cotidiana; hay como una ética pensada y otra vivida. Desde hace tiempo, determinados valores no están siendo vividos y con la crisis económica han aflorado todas las carencias. La corrupcion, los EREs, las preferentes... Eso no se improvisa, se estaba gestando en la sociedad y la crisis lo ha sacado a la luz.
-¿Es rentable la ética en términos económicos?
-Totalmente. Hace 22 años creamos en Valencia la fundación Étnor, pionera en España, que se dedica a potenciar los valores en la empresa. Nuestro lanzamiento fue la ética rentable. Si una empresa trabaja bien en todos los ámbitos, naturalmente creará reputacion, generará confianza y, por tanto, más ventas.
-¿Cómo se inculcan los valores éticos en los jóvenes?
-Lo más interesante es el ejemplo. Los adultos enseñan una cosa en casa o en clase y después hacen algo completamente distinto. Entonces lo que entienden es que hay que hacer una cosa y decir otra. La ejemplaridad es fundamental.
-Los jóvenes se marchan al extranjero. ¿Cómo lo vive desde su puesto en la universidad?
-Es la peor desgracia que estamos teniendo. El país se está descapitalizando desde el punto de vista de los recursos humanos. Un país que no genera empleo para que los jóvenes no tengan que irse por obligación está en una situación muy desmoralizada.
-¿Hay desmotivación entre los ciudadanos?
-Creo que hay una serie de personas en la Comunitat, en España, preocupadas por lo que pasa y con ganas de ofrecer su saber. Y también hay una inmensidad de gente que no asume algo fundamental: el compromiso. No sólo hay que reivindicar a través de las redes sociales; es también ponerse manos a la obra, trabajar en el día a día para que haya esperanza. Tenemos recursos suficientes para ser un país puntero.
-De ahí vienen campañas como la Marca España o Marca Valencia. ¿Tan mal lo hemos hecho?
-Sí. En Europa nos hacen poco caso desde hace tiempo porque no se fían. Inspiramos poca confianza pero tenemos medios de sobra. Hay que engrasarlo todo y ponerlo en marcha.
-¿Y cómo se consigue?
-Generando idea de unidad y cohesión. La diversidad no está reñida con la cohesión y, cuando llegan los grandes problemas, hay que tener una voz común. Se padece hambre en España, los dependientes no cobran, están los pensionistas, la atención sanitaria... ¿Cómo no estamos unidos en temas así? Tratar de conservar las bases del Estado de Bienestar es prioritario.
-¿Qué deberíamos potenciar en el caso de Valencia?
-El valenciano debe dejar atrás el 'meninfotisme' y optar por mejorar su compromiso con la sociedad.
-El empresario Juan Roig habla de la cultura del esfuerzo. ¿Qué valores deberíamos potenciar?
-Nos hemos olvidado del esfuerzo y se tiene que revalorizar junto a la honradez o la cultura de decir la verdad pues parece normal que la gente mienta. Mencionar estos valores es importante pero aún más hacerlos, comprometerse con ellos.
-¿Cómo se sale de la crisis?
-Hay muchas propuestas en Valencia y en España, gente que está trabanjando bien y con ideas... Es fundamental recuperar, aunque parezca antiguo, la compasión. Estamos viviendo en un individualismo cerrado, cada uno busca su beneficio sin darse cuenta de que la cooperación es mucho mejor que el conflicto. También deberíamos aprender de esta crisis, algo que, a mi juicio, no estamos haciendo. Y cada uno de nosotros debería actuar según sus metas: la política, el bien común; la economía, generar una buena sociedad; y las universidades, transmitir conocimiento y generar ciudadanos críticos.
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