TIENE EN CONTRA A TODOS LOS PESOS PESADOS DEL PP VALENCIANO
Fabra, aislado en la Generalitat, promocionó a su pareja porque 'no se fía ni de su sombra'
"Fabra promocionó a Esther Pastor no tanto porque sea su pareja, sino porque cada vez está más aislado en el partido y no se fía ni de su sombra". Así lo asegura un dirigente del PP valenciano, que lamenta la "falta de liderazgo" del presidente de la Generalitat y da prácticamente por perdidas las elecciones autonómicas de 2015, una derrota que, de consumarse, apearía a los populares del poder tras 19 años ininterrumpidos de ejercicio. "Evidentemente, toda la culpa no es de Alberto, porque Francisco Camps le dejó una herencia envenenada, pero él tampoco ha sabido imponer su autoridad. Y su carácter encogido no le ayuda, precisamente".
Alberto Fabra cuenta casi con tantos enemigos dentro como fuera del PP. Tiene en contra a todos los pesos pesados del partido en la Comunidad Valenciana: el vicepresidente de la Generalitat, José Císcar; el presidente de los populares en la provincia de Valencia, Alfonso Rus; la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá; más de la mitad de su Ejecutivo y una buena parte del grupo parlamentario en las Cortes, muchos de ellos imputados por corrupción y que, conscientes de que quedarán fuera de las listas electorales en 2015, no se cortan a la hora de poner zancadillas al president.
En ese escenario trufado de deslealtades, Fabra decidió el pasado junio aupar a la fiel Pastor –que ya entonces era su pareja– desde una discreta dirección general a secretaria autonómica de Organización, Coordinación y Relaciones Institucionales. El presidente de la Generalitat confía ciegamente en ella, a quien ya tuvo a sus órdenes como asesora siendo alcalde de Castellón. Pero su nombramiento ha levantado ampollas en el PP, más si cabe cuando, el pasado 21 de enero, un juzgado de Valencia abrió diligencias a raíz de la querella presentada por Manos Limpias contra la ahora mano derecha de Fabra por presunta malversación de caudales públicos.
El vicepresidente del Gobierno valenciano, José Císcar. (EFE)"Ascender a Pastor ha sido uno de los mayores errores políticos de Fabra", sostiene un parlamentario del PP en las Cortes Valencianas. "Bien está que trate de rodearse de gente de su confianza, es absolutamente legítimo. Pero poner a tu propia pareja en un cargo con tanto poder demuestra dos cosas: o que eres un ingenuo porque crees que vas a poder mantener tu relación en secreto o que estás más solo que la una y necesitas desesperadamente alguien fiable a tu lado". O, tal vez, ambas cosas. Porque cualquier político, empresario o periodista de la Comunidad Valenciana que se precie está al tanto de los escarceos amorosos de Fabra y de su soledad política.
Además de Pastor, el president sólo cuenta con un reducidísimo círculo de leales. Entre ellos Lola Johnson, la nueva responsable de Comunicación de la Generalitat, que fue directora del ya extinto Canal Nou, y que tampoco es una fabrista sin fisuras, ya que fue Francisco Camps, con quien Fabra mantiene una relación gélida, quien la aupó al poder. Ni siquiera se fía ya de Ciscar, el vicepresidente y teórico número dos, enfrentado a Pastor y del que se ha distanciado en el último año a raíz, entre otros episodios, de las filtraciones sobre presuntas corruptelas en la Generalitat.
Fabra está empeñado en localizar al supuesto topo que, desde hace casi un año, habría filtrado el contrato de un asesor de imagen para el presidentpagado con fondos públicos, su propia nómina o los gastos de Pastor en hoteles y tiendas de alimentación cargados también a la Generalitat. Cerca de una docena de funcionarios ya han sido interrogados para tratar de descubrir el origen de las fugas de información, hasta ahora sin resultado, pero no son pocos los que creen que Fabra tiene al topo más cerca de lo que cree: en el entorno del despechado Císcar o en el del defenestrado Rafael Blasco, exconsejero con Camps y Eduardo Zaplana y ahora imputado por corrupción.
En Madrid las cosas no pintan mucho mejor para Fabra. Tras el dedazo deMariano Rajoy en 2011, que sirvió al presidente del Gobierno y del PP para soltar el pesado lastre de un Camps achicharrado políticamente, el presidente de la Generalitat apenas cuenta con aliados en la sede de Génova. Sus críticos, mucho más numerosos, censuran la torpeza con que manejó la liquidación de Canal Nou y su falta de liderazgo para hacerse con las riendas del partido en la Comunidad Valenciana. Nadie da un euro por su futuro político. Y, según revela un alto cargo del partido, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, exdiputado por Valencia y mano derecha de Rajoy, ya le ha dicho que, o se pone las pilas, o no será candidato en 2015.
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