La aljamía valenciana. Testimonios sobre el uso del romance (II)
Por Agustí Galbís
En el artículo anterior hemos visto que la población autóctona, conversa o no al Islam, podía arabizarse para estar cerca del poder. Hemos constatado la dificultad de aprender el árabe, por ser una lengua muy distinta del romance. Esto unido al proselitismo islámico, pudo motivar que en el s.XII se tradujeran libros islámicos al romance, explicándose los “libres de moros en pla” que la inquisición casi ha hecho desaparecer en el s. XV. Veremos que las fuentes demuestran que el territorio valenciano no era una zona nada adecuada`para aprender árabe, ni anteriormente ni posteriormente a la reconquista del rey Jaime.
Ibn Rusd al-Yadd (1059-1126), antepasado de Averroes, que fue “qadi ‘l-djama’a” de Cordoba entre 1117 y 1121, habla en el “Kitab al-fatawa” de “recitar la Sura del profeta Josep en aljamía o romance” o “ana aqra’u Surat Yusuf bi’l adjamiyya”, según transliteración y traducción de Albert Wiegers, quien añade que “Romance vernacular (called adjami or sometimes latiniyya in the sources) was not only spoken by the common people, but also by the educated elite”, es decir que el romance vernacular, llamado “adjami” o “latiniyya” en las fuentes, no era hablado solo por el pueblo llano, sino también por la élite. (p 30 de “Islamic literature in Spanish and Aljamiado”). El judío granadino Moseh b. Ezra (1055-1135), en el “Kitab al-muhadara wa-l mudakara” o “Libro de leer y memorizar”, relacionó otra Sura del Corán en el romance, cuando pidió a un alfaquí “que recitara la Fatiha de su Corán en lengua romance, ya que era de quienes la hablaban y comprendían…” (p 11 del vol 2 del “Kitab al-muhadara wa-l mudakara”.- 1985 de Abumalham Mas).
Otro judío, Abraham b. Meir b. Ezra (1092-1167), nacido en Tudela y muerto en Calahorra, se preguntó en un comentario al libro del Eclesiastés que escribió en Roma, sobre “¿Quién (pretende) crearnos esta necesidad de rezar en lenguas extranjeras?, entre las que estaban la lengua edomita o romance y la ismaelita o árabe: “¿Por qué no aprendemos de la oración fijada que está llena de palabras claras de la lengua santa? ¿Por qué (vamos a) rezar en lengua meda, persa, edomita e ismaelita?”, (p 78 de “El comentario de Abraham Ibn Ezra al Libro del Eclesiastés” de Mariano Gómez – 1994). Sabemos que a mediados del siglo XV, se había traducido el Corán entero al romance, porque en la obra aljamiada“Tratado y declaración y guía” Iça de Segovia escribe que “…muchos amigos míos de mi trabaron i espeçialmente me rrogaron ke de arabi sakase en aljemi del dicho alquran i testos de shara…”. A este autor se le atribuye el aljamiado “Brevario Sunní” (1462), del que hay distintos manuscritos, pudiéndose comprobar que la expresión “de garabia en adjamiyya” de uno de ellos, cambia a “del aravigo al romançe” en otro (p. 236 de “Islamic Literature in Spanish and Aljamiado: Yça of Segovia…”)
Es curioso saber, que la proverbial intransigencia religiosa atribuida a almorávides y almohades, fue contrarestada por una tolerancia lingüística fruto de que muchos de sus dirigentes desconocían el árabe. Al-Maqqari escribió del conquistador almorávide de Valencia que “Yusuf b. Tasfin, si bien dotado de una clara inteligencia y de gran ingenio, no entendía la lengua árabe…”. En relación a los almohades, Rosa Menocal y P. Scheindlin escriben que “The Almohads favored a policy of propagating Islam in the vernacular…might have authorized the use of Romance in the peninsula”, es decir que los almohades favorecieron la propagación del Islam en lenguas vernáculas, y que pudieron haber autorizado el uso del romance (p. 41 de “The Literature of Al-Andalus”). Vemos que los periodos almorávide y almohade debieron ser nada favorables para la arabización del pueblo.
Es interesante conocer la relación en el romance de la “Aqida” o “Profesión de fe” y la “al-Mursida” o “La guía”, d’Ibn Tumart [c. 1080-1128], fundador del movimiento almohade. Rosa Menocal y P. Scheindlin hablan de una versión en romance de la “Aquida”, del s.XIII, que “would have been made in Islamic o Christian territory” es decir que podía tener origen en la España musulmana, diciendo de ella que es “a unique demonstration of Berber-Romance linguistic contact in Spain, always within an Islamic milieu”, es decir que se trata de una demostración del contacto lingüístico bereber-romance en el entorno islámico de España. Wiegers habla de versiones hechas en romance, cuando el Islam era la religión dominante en el s. XII, que posiblemente circularon por territorio islámico: “Spanish translation of some doctrinal Berber texts of the Almohad mahdi Ibn Tumart circulated, which should probably be dated to the 12th century. This means that the earliest Romance religious texts were probable written when Islam was still the dominant religion in Spain, and it is possible that such texts were even in circulation in Muslim territory itself” (“Language and Identity: Pluralism and the Use of Non-Arabic languages in the Muslim West” en p 307 de “Pluralism and Identity: Studies in Ritual Behaviour”). En relación a la “al-Mursida” o “La guia”, Wiegers habla de las evidencias de que “one of the versions of Murshida was translated at some time into Romance”, es decir que una de las versiones de Mursida fue traducida al romance (p. 43 de “Islamic literature in Spanish and Aljamiado”).
Hablando de libros religiosos islámicos, no podemos obviar la referencia a las leyes musulmanas de la “Çuna e Xara”. La “Xara” o “Sari’a”, la componen todas aquellas normas basadas en el Corán, es decir, “ço que es contengut en lo Alcorà”, mientras que “Çuna” o “Sunna”, es la norma “que no es en l’Alcorà” por tener origen en la tradición. Las conquistas cristianas por capitulación, solían acordar el derecho de los musulmanes a seguir rigiéndose por la “çunam et xaram”. El nuevo “señor” cristiano juraba “servar furs, privilegis, zuna, xara, bons costums, consuetuts…”, y los vasallos que no se convertían al cristianismo, juravan “segons la çunya e xara…”.
En este contexto, es muy interesante el libro “Leyes de los Moros de España”, de finales del XIII o principios del XIV, escrita en un romance castellano plagado de arabismos. En el se hallan normas que regulan la vida de los cristianos como “que juren los judios et los christianos en su eglesia çerca el altar” (Tit. CXCVII) o que “non pasan testimonios de christianos ni de judios unos con otros sobre muçlim” (Tit. CLXXXVI), lo que podría inducir a pensar en una traducción de época de dominación musulmana. Tendría poco de sentido, que posteriormente a la conquista cristiana, en epoca de “señores” cristianos, se tradujeran normas sin virtualidad, como la que habla de “señores” musulmanes y esclavos cristianos diciendo que “heredará el moro su señor al christiano, quando se tornare moro, et hereda el moro á su syervo christiano ó judio” (Tit. CCCIII). (“Memorial Historico Español” V, 1853, pp 11-246 por Pascual de Gayangos). En lengua valenciana tenemos el “Libre de la Çuna e Xara”, de Sumacárcer, datado en “anno a nativitate M. CCC. Octavo” [1308], -a la que algunos añaden 100 años-, que ya se halla adaptado a la legislación foral valenciana, y regula cosas como que “Si lo moro se fara cristia durant lo matrimoni” y “apres haura copula carnal” con su mujer musulmana, esta “deu esser apedregada segons Çuna”. Todavía en el XVI, “Baray de Rreminjo”, que era “alfaqi [sic] del aljamaa [sic] de los muçlimes de Kadrete”, escribía en aljamiado el “Breve compendio de nuestra santa ley alçunna…”, ayudado por “un mançebo eskolano, kastellano, natural de Arébalo, muy esperto i doktrinado en la lektura arábiga, ebraika, griega i latina, en la aljemiada muy ladino”.
Las referencias de época de dominación musulmana que hemos dado en este artículo y que relacionan el romance con textos religiosos musulmanes, comienzan por la de Ibn Rusd, pasan por la de Moseh b. Ezray acaban en la de Abraham b. Meir, muerto en el año 1167 a falta de 69 años para la reconquista de la ciudad de Valencia. Era una época en que el rey de los valencianos era Ibn Mardanis, conocido como el rey Lobo, quien “vestía como los mozárabes y prefería la lengua de ellos” según Ibn al-Jatib (p. 328 de “Trovadores árabes de la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares” de Mahmud Sobh.- 2010). Es importante tener claro que gracias al rey Lobo, la intransigencia religiosa de los almohades no se sintió por Valencia hasta su muerte en el año 1172. No obstante, hemos visto, que los almohades se caracterizaron por el fomento del Islam en lenguas vernáculas.
Por todo lo expuesto, es lícito pensar que en la Valencia de época de dominación musulmana, existieron libros musulmanes escritos en romance valenciano. Algunos de ellos podrían haber sido destruidos en el año 1497, cuando Joan de Monasterio, “inquisidor de la heretica prauedat en la ciudad y Reyno de Valencia”, pidió que le trajeran, “també alcorans, y qualsevol altres libres de moros en pla”, para destruirlos, insistiendo en que le llevaron, “…alcorans y altres libres de moros en pla que parlen de la secta mahometica…”. (p 152 de “Reseña histórica en forma de diccionario…” de Serrano Morales.- 1988-1989). Comprobamos lo ridículos que son los catalanistas, cuando quieren hacernos creer que el “Libre de la Çuna e Xara” en lengua valenciana es una excepción, a “justificar” con la voluntad del señor cristiano de conocer los usos y costumbres de los vasallos musulmanes. ¿Quemaría la inquisición todas las “temibles” traducciones de los señores? Al respecto, es interesante saber que también la inquisición de Aragón prohibió los “libros de la secta de Mahoma, scritos en arábigo, o en romance, o en qualquiera otra lengua vulgar”. (p. 21 del vol I de “La Inquisición española…” de Miguel de la Pinta Llorente – 1953).
En el artículo anterior hemos visto que algunos conversos al Islam eran obligados a rezar en árabe. Sabemos que tambien los conversos al cristianismo debían de rezar en latín o romance. Nos lo cuenta san Vicente Ferrer en relación a san Martín de León (m. 1203), cuando dice que “Legim en la vida de mossen sent Marti (“Vita Martini Legionensis”, de Lucas de Tuy), que axi com ell preycave, converti hun infel, e vench a sent Marti que'l batejas. Ara sapiau que antigament no donaven axi tantost lo baptisme, que ans lo qui's volie bategar, havie apendre lo Credo menor, en pla o en lati, e despuix, davant lo poble, muntave en hun loch alt, e deye: -Bona gent, aquesta çuna o secta que yo tenia de primer, yo conech que'm porte a dapnacio, e per ço yo la vull lexar, e vull viure e morir en aquesta fe christiana-”. Comprobamos que el converso se dirigía sin problemas de comunicación a los que ya eran cristianos. Los nuevos conversos al cristianismo, jugaban en ventaja frente a sus antepasados que se convirtieron al Islam, porque podían rezar en el romance que les era propio, sin ser obligados a rezar en una lengua extraña como el árabe.
Hemos comentado que en un estado en que poder y cultura se hallaban al servicio del Islam, el aprendizaje del árabe podía ayudar al ascenso social. En relación con eso, el valenciano Ibn al-Abbar, nos habla en su Takmila de una valenciana del s. XI, a quien llamaban Israq al-Suwayda al-Arudiyya, que era “mawla” o “clienta” de Abu l-Mutarrif al-Qurtubi al-Katib, que “Aprendió de su señor Abul-Mutarrif lengua árabe (arabiyya)… durante el tiempo en que éste vivió en Córdoba”. Solo podemos pensar en que la valenciana no había podido aprender árabe ni en su casa ni en las calles de Valencia, seguramente porque no se hablaba o porque se hablaba muy mal, yéndose a Córdoba a solventar el problema (“Las mujeres ‘sabias’ en al-Andalus” de Mª Luisa Ávila).
Tres siglos más tarde, la conquista cristiana había hecho que los motivos para saber árabe cambiaran de forma radical, aunque las fuentes demuestran que Valencia continuaba siendo un territorio poco idóneo para aprenderlo. Carmen Barceló, en “Minorías islámicas…” habla de “los múdejares que marchan al reino de Granada a estudiar, ‘por aprender la letra’ o ‘por aprender de Çuna”, haciéndonos saber que entre finales del s. XIV y principios del XV se fueron un alfaquí de Vall de Uxó y el hijo de Ali de Bellvis, cadí de la ciudad de Valencia. En el año 1415, Abdalla Moxari de Gandía obtuvo guiaje para ir “a terra de moros per apendre la letra morisqua” (A.R.V, Mestre Racional, 36, fol 42, vº). Hinojosa Montalvo localizó en la primera mitad del XV a una “decena de moros que viajan a Almería por ‘apendre de letra morisqua’ y para saber leer y escribirla”, entre los que habían de Argelita, Segorbe, Xátiva, Valencia, Vall d'Uxó, Vall d’Alfandech…,y añade que “quizá pueda interpretarse como una posible desintegración de la cultura musulmana de Valencia. El que vayan a aprender a ‘entendre lo morisch’ así parece sugerirlo”. (“Las relaciones entre los reinos de Valencia y Granada”). En 1476, Eça,hijo de Muhammad Hiole obtuvo guiaje para ir a Granada para aprender a leer y escribir árabe. El mismo año, Ali y Yahie Benaley, lo obtenían para ir a aprender árabe en Almeria. (“Mudéjares valencianos viajan a Granada” de Bernabé Pons).
Esos alfaquíes que salían de Valencia para aprender árabe, eran los que después lo enseñaban. En el proceso contra el morisco Cosme Abenamir, el 3 de mayo de 1567, se lee sobre que “En el lugar de Çoneja hay un alfaqui, también mozo, llamado Adal, hijo de Homaymat Adal, los cuales, padre e hijo, enseñaban también algarabía” o que en “Azaneta hay otro morisco, que se dice Picacent y enseñaba a los muchachos algarabía”.
En el siguiente artículo, veremos citas de autores musulmanes que hablan explícitamente e implícitamente de la coexistencia del romance con el árabe. Conoceremos nombres de musulmanes de distintas clases sociales que hablaban romance, contado por ellos o por otros. Comprobaremos que el uso generalizado del romance no era del gusto de algunos fundamentalistas musulmanes, que se metían incluso con la potencialidad del propio romance.
No hay comentarios:
Publicar un comentario