domingo, 16 de febrero de 2014

La aljamía valenciana. Testimonios sobre uso del romance (III)

La aljamía valenciana. Testimonios sobre uso del romance (III)
Por Agustí Galbis

En el presente artículo, veremos referencias individuales a hablantes de romance de la España musulmana. Veremos citas en que los propios escritores declaran que hablan en romance y otras en que afirman escribirlo. Sabremos que en la España musulmana se redactaron obras escritas exclusivamente en romance. Veámoslo.

Ibn Hazm (994-1064), en relación a un motín del año 818 contra al-Hakam I, nos cuenta que Nasr, hijo de “un rico cristiano de Carmona convertido al Islam”, que entró al servicio del 'emir “se expresaba habitualmente en lengua romance” (p 220 del B.R.A.H. t. 188. nº II. -1991).

En el “Kitab al-Qudat bi Qurtuba” o “Historia de los jueces de Córdoba”, de Muhammad Ibn Harit al-Jusani (m. 971?), se lee que “Había en aquel entonces en la capital un anciano llamado Yanayr, que sólo hablaba en romance…lo invitaron a declarar en aquel proceso; el anciano contestó en romance”. La misma fuente nos hace saber que se celebraban juicios en romance y que el juez o alcadi lo hablaba. Cuenta un caso en que “…el padre de Násar…no sabía hablar más que en romance, y gritó desde lejos en romance…- Decidle en romance -contestó el juez”. Otra historia del libro explica que un alcadí contestó en aljamía o romance a una mujer que se dirigia a él en esa llengua. “Fa-taqaddamat imrat ila al-qadi fa-qalat lahu bi-al-‘ajamiyya: Ya qadi unsur lo-shaqiyatika hadhihi. Fa-qala laha bi-al’ajamiyya: Lasti anti shaqiyyati”, que quiere decir según traduce el arabista Ribera en 1914 que “Un día se presentó una mujer ante el juez y le dijo en romance: – ¡Señor juez, atiende a esta tu desdichada! – Tú no eres mi desdichada -le contestó el juez en romance”.

El cadí Abu l-Fayd Iyad (m.1149), en su obra “Tartib al-Madarik” relata que en el s. IV/X, la mujer del encargado de una finca rural, frente a una acción incorrecta del amo que era un alfaquí a quien dicen Ahmad b. ‘Abd Allah b. Sa’id, “le afeó su acción en su lengua romance (bi-kalami-ha al-’ayami)”. (p 257 de “Mujeres en al-Andalus” de Manuela Marín).

El califa Abd al-Rhaman III an Nasir (911-961), que era hijo de una cristiana y nieto de una princesa pamplonesa, entendía y hablaba el romance. Podemos comprobarlo en una anécdota que recogen las fuentes árabes, segun la cual el emir estaba pinchando a su visir Abulqasim Lubb (Llop o Lope), para que se metiera dialécticamente con Abdelmalik ben Gahuar. La “batalla” acabó en un último verso de Lubb que dice: “le pincharía con mi pincho su (culo) (sic, en romance)…Y cuando llegó Lope a la palabra “su”, se calló. En seguida añadió an-Nasir: culo. Y terminó el verso con lo que aquel pensaba…” (BRAH. t. CXCIII. nº II. -1996). James T. Monroe, en “La poesía hispanoárabe durante el califato de Córdoba”, especifica que “terminó un verso con la palabra qul (‘di’, imper.)”. A pesar de estar demostrado que el califa sabía romance, Muñoz Molina dice que cuando el rey de León Sancho el Gordo fue a Córdoba en el año 956, Hasday ibn Shaprut le hizo de intérprete “pues éste, protocolariamente, fingía no hablar romance” (p 28 de “Córdoba de los Omeyas”).

También Nizam al-Dawla, conocido como Abd al-Aziz, hijo de Ibn Sanchol y por tanto descendiente de cristiana, rey de Valencia que inauguró una dinastía que duró desde 1021 hasta el año 1086, hablaba en romance. Ibn al-Jatib habló de “sus antepasados maternos (min yihat salafi-hili-l-umuma), reyes cristianos que eran” (p. 538 de “Mujeres en al-Andalus” de Manuela Marín). Lo sabemos porque en un encuentro que tuvo con Alfonso VI de León y Castilla, no tuvieron ningún problema de comunicación“…salió a su encuentro solo y sin armas, le hizo varias observaciones, y le habló con tal persuasiva elocuencia…” (“Recherches” de Dozy, T.I p 313). Otro rey de Valencia o “regem Valencie” como se autotitulaba, que hablaba en romance, fue el peñiscolano Ibn Mardanis, conocido como rey Lobo (m. 1176). Sabemos que hablaba romance porque Ibn Sahib al-Sala, en “Al-Mann bil-Imama”, escrito a finales del XII, le llama “ayami” o aljamiado y le compara con un palomino que iba a ser devorado por los almohades en forma de gato. (p 250 de “El enemigo en el espejo”). Mahmud Sobh, que en la actualidad ocupa la cátedra nº 1 de “Estudios Árabes e Islámicos” de la Complutense de Madrid, escribe que “según Ibn al-Jatib, en su Ihata, estaba locamente apasionado por las “esclavas” cantoras, la música y la danza, se vestía como los mozárabes y prefería la lengua de ellos” (p. 328 de “Trovadores Árabes de la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares”).

En algunas ocasiones, los escritores y cronistas en árabe se refirieron de forma genérica al romance o aljamía que hablaban o escuchaban. Abu al-Khayr Ishbili, (m. finales XI o principios XII) en el “Kitab ‘Umdat al-tabib fi ma’rifat al-nabat li-kull labib” o “Libre base del médico para el conocimiento de la botánica por todo experto”, escribe en relación a una planta, que era “conocida entre nosotros en romance…” (p 335 del vol. II del “Kitab Umdat…”, Edición notas y traducción de Bustamante, Corriente y Tilmatine, publicado por el CSIC). Ibn Buqlaris en el “Kitab al-Musta’ini” o “Libro dedicado a al-Musta’in”, (1106) cita la “ayamiyyat al-Andalus” o romance de al-Andalus (“Los judíos y la ciencia en la Península Ibérica en el medievo” de Maíllo Salgado en p. 286 de “Memoria de Sefarad”). Maimónides (1135-1204), en su libro “Sarh asma’ al-uqqar” o “Explicación de los nombres de las drogas” habla de “fi ’ayamiyyat al-Andalus” (p 234 de vol. 4 parte 1 de “Al-Andalus” 1936). Ibn al-Baytar [m. 1248], en “Kitab al-yami, li-mufradat al-adwiya wa-l-agdiya” o “Libro de medicamentos y alimentos simples”, menciona entre otras lenguas, “la latina, que es la aljamía de al-Andalus”. [“Ibn-Al-Baytar y su aportación al desarrollo de las ciencias…” de Expiración García en Jábega, nº 96.-2008]. De estas obras de tema farmacológico, tratados sobre agricultura o alimentación, glosarios etc, en las que constan palabras en romance, hablaremos con más profundidad en el artículo “La aljamía valenciana. Romance y romancismos”.

También hemos de hacer una referencia rápida a las “xarajat” o “jarchas”, que también tendrán artículo exclusivo. De momento, saber que en el s. XII, Ibn Bassam escribió que Muhammad ibn Mahamud al-Qabri (m 911-912), conocido como el ciego de Cabra, tomaba una expresión en aljamía o romance a la que llamaba ‘markaz’ o ‘jarcha’, y ponía sobre ella la ‘muwassaha’ sin intercalación ni mudanza. “Ya’xudu l-lafza al-’ammiyya wa-l-ajamiyya wa-yusammi-hi l-markaz wa-yada’u ‘alay-hi l-muwassaha”. (p 58 de “Love songs from al-Andalus…”). Emilio García Gómez, escribió que “los mismos autores de las muasajas, declaran, a veces, paladinamente, en los versos introductorios de las jarchas, que las cancioncillas se cantan en lengua romance, y no sólo con algunas palabras en aljamía”, dando los siguientes ejemplos: “Mi corazón enfermo vuela como una golondrina hacia él, mientras exclamo en lengua de Edom (término que en la Edad Media era sinónimo de Cristiandad) (Stern, 9b)” o “El corazón desfallece debido a su canto que aniquila, como la gacela que canta en la lengua de los Cristianos (Stern, 10)” o “Es una joven admirablemente bella, que claramente canta en su lengua bárbara (=agamí) (Heger 16)”. Por ejemplo, Ibn Ruhaym de Bocairente (m 1126?) introdujo en árabe una “xarjah” en romance diciendo que “Wa-fatatin, dati husnin bahiyyi / a’rabat ‘an mantiqin ‘ayamiyyi”, queriendo decir “Una doncella pinta y pulida /canta en palabras de lengua ‘ayamiyyi” (“no árabe”, extranjera o romance), siguiendo a continuación: “¡ke fare yo o ke serad de mibi / ‘habibi’ / non te tolgues de mibi”. (p. 364 de “Las jarchas romances de la serie árabe…” de García Gómez).

Ibn Quzman (m. 1157), máximo representante de los “azyal” o “cejeles”, declaró en su “Cancionero” que traducía expresamente al romance o aljamía cuando escribió que “Ara, ‘aggil, tahfaz li si min nagami / Dwn hyd, hud hada, bi-l-agami”. (p 350 de “Todo Ben Quzman…” de Emilio García Gómez – 1972).

En todas las obras de que hemos hablado, hallamos palabras, frases, o estrofas en romance. Pero tenemos referencias de que en la España musulmana se redactaron obras enteras en romance. Ibn Rasiq (m. 1063/1070), hablaba en la “Umda” de los poetas “no árabes” o “ayam”, cuando escribía que “Entre los árabes es costumbre que sea el poeta quien galantee a las mujeres y se finja muerto de amor [por ellas], mientras los no-árabes (al-’ayam) suelen hacer que sea la mujer la que solicite y desee con sus declaraciones [a su amante], diferencia que constituye indicio de la nobleza de los árabes y del celo con que guardan a sus mujeres”. (p. 14 de “Las jarchas romances de la serie árabe en su marco” de García Gómez). Fue Maimónides quien lo dejó bien claro cuando sobre el año 1165, puso de manifiesto que las “muwassahat” también se componían en romance, además de en árabe y en hebreo. Lo dice en su comentario a la “Mishnah” titulado “Kitab al-Siraj”, donde consta que “if one of these two muwassahas is in Hebrew, and the other is either in Arabic or is in Romance…”, es decir “si una de estas dos muwassahat está en hebreo y la otra está en árabe o en romance…”, (p 8 de “Ten Hispano-Arabic Strophic Songs…” de Benjamin M. Liu y James T. Monroe. Vol 125 de “Modern Philology” de la universidad de California). Si en el año 1165 un judío que vivía en la España musulmana, afirmaba que en esa parte de España se redactaban obras en romance ¿Cómo hemos de creernos que unos 70 años más tarde, en tiempo de la reconquista de Valencia, se había perdido por completo el uso del romance?

Al poco tiempo, sobre 1250, Judah ben Samuel Ibn ‘Abbas, otro judío español, escribía en su libro “Ya’ir nativ” o “Luz del camino”, sobre la enseñanza en “la’az” o romance a los niños, diciendo que a los cinco años y medio, “Debe aprender cada versículo en Hebreo primero y luego en el vernáculo (la’az)” (p. 7 de “La Biblia de Ajuda y la Megil.lat Antiochus en romance” de Gemma Avenzoa). En el año 1439, el judío Abshalom ben Moshe Mizrahi continuaba razonando sobre la composición en romance escribiendo en “La tradición del arte poético” que “…cuando conozcas todas las tradiciones y penetres por demás en el arte poético y en la gramática podrás componer todo lo que quieras, ya sea en griego, romance, arameo, con tal de que te fijes en las tenu’ot y yetedot” (p. 359 de “El Diván poético de Dunash ben Labrat” de Carlos del Valle Rodríguez).

En este artículo hemos visto que el uso del romance debía de estar tan extendido, que era conocido por escritores, jueces o cadíes, jurisconsultos o alfaquíes, califas, distintos reyes de Valencia…, estando presente en obras literarias, que incluso se redactaron exclusivamente en romance. La continuidad de uso hasta la reconquista cristiana se presenta con claridad meridiana, excepto para los histéricos de siempre que se hallan aprisionados en un dogma indemostrado e indemostrable, por falso, que propugna lo contrario.

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